Poesías del Hno. Valentín (Nicolás Benedited)

Esta publicación quiere ser una forma de honrar y dar gracias a los Hermanos de la Sagrada Familia y especialmente al Hno. Valentín hijo espiritual del Hno. Gabriel Taborin, Fundador de la Congregación.
El Hno. Valentín fue el instrumento que “uso” el Señor Jesús para lograr que, muchos de los miembros de la Fraternidad, se acercaran a Dios y su Iglesia. Sus enseñanzas y testimonio de vida nos revelaron al Padre bueno y misericordioso que siempre estuvo a nuestro lado. Con su sencillez, humildad y acogida nos hizo gustar del “espíritu de familia”, espíritu que el Hno. Gabriel, inspirado en la Sagrada Familia de Nazaret, quería para sus Hermanos y comunidades.
Los que no tienen la dicha de conocerlo personalmente se pueden acercar a él a través de estos textos en que desnuda candorosamente su alma y se nos muestra profundamente humano y espiritual a la vez, con una fe y una esperanza viva y contagiosa que anima y fortalece.
El Hno. Valentín es autor de numerosas libros escritos casi todos ellos después de su retiro de la actividad docente: se jubiló de maestro pero no de Hermano y continuó su apostolado evangelizando a través de sus poesías.
A continuación transcribimos “Libro de Poemas” (2009) encabezado por un Prólogo de otro de sus libros, “Grabado en la Noche” (1999, bicentenario del nacimiento del Hno. Gabriel), con el fin de que, los que no lo conocen, puedan entender a que se refiere cuando menciona “los achaques propios de la vida”.
“Así es, lo que tienes entre manos fue “grabado en la noche”, no en la noche en que el astro rey está ausente, sino en la noche que ha caído sobre mí. La invisión me impidió de transcribir al blanco papel estos sencillos versos, me costó decidirme a grabarlos, para que otros, después los transcriban, pero vencidos los múltiples y subjetivos temores que acosaban mi imaginación, al final, rompí todos esos prejuicios y opté por su grabación.
No me fue fácil pasarlos en limpio, mi motricidad para llevar a cabo ese trabajo debió armarse de paciencia. Pero conseguí al fin mi propósito…”


LIBRO DE POEMAS. Nicolás Benedited hsf (Hno. Valentín) ****************************

PRESENTACIÓN

Así fue. Era un joven sembrador, cargado de ilusiones, y con las alforjas llenas, de semillas esperanzadoras, para arrojarlas en el campo virgen de la educación y salió a sembrarlas.
En los repliegues del corazón, llevaba registrados los elementales consejos pedagógicos que había bebido en algunos autores clásicos.
Con ese pequeño bagaje pedagógico y una inicial, pero suficiente preparación académica, se lanzó a roturar, y sembrar su correspondiente y pequeña heredad.
En su dura y cotidiana tarea, los éxitos y fracasos, fueron alimentando su experiencia, perfeccionando su metodología y perfilando su personalidad de maestro.
El campo de la escuela fue durante toda su vida, el ambiente propicio donde inculcar los verdaderos valores humanos y la educación en la fe.
La escuela católica, maestra de la vida, fue para él la fragua donde forjó y moldeó su propio carácter, y donde pretendió inculcar en los maleables corazones de los niños el perfil del ciudadano cristiano.
En este servicio a la Patria y a la Iglesia, han transcurrido los mejores y más numerosos años, de su vida apostólica.
Sin embargo las raíces profundas de ese árbol que dio cobijo y alimento a varias generaciones juveniles, aún sigue en pie, para ofrecer su servicio.
Fue tan grande su inclinación a la entrega que a pesar de su retiro obligado, por su larga longevidad, y los achaques propios de la vida, sigue ofreciendo en su entorno, cuanto la vida le enseñó.
Uno de esos ofrecimientos es el libro que tienes en tus manos. Quiere transmitir valores de toda índole, pero sobre todo los mejores, los del espíritu. Si eres amigo de la gaya ciencia, critícalo, y sobre todo, tiende tu manto, de benevolencia sobre aquello que te parezca, no estar de acuerdo.
Gran mérito de que puedas leer, estos poemas es del Hno. Jesús Elvira, él es quien ha tenido, la gran paciencia, y perseverancia, de transcribirlos del grabador al papel.
Queda aquí, pues, la gratitud a su servicio, lo mismo que a la señora Viviana, secretaria de la Sede Provincial.

Hno. Valentín Benedíted

VIVE EL PRESENTE

Desecha la tentación
de mirar siempre al pasado;
no te angustie la nostalgia,
los miedos y desencantos,
que tal vez hayas tenido
a lo largo de los años.
Sé como el agua del río
que en su grave y lento paso
marcha sin volver atrás
hacia la mar navegando.
No te inquiete el porvenir,
que no es obra de tus manos
pretender que tú destino
puedas tu mismo alcanzarlo.
Sé como el viento que viene
de sus recónditos antros
y no sabes adonde va
a perderse en el espacio.
Vive el ahora y aquí
lo presente y cotidiano
con sus afanes y penas,
con sus gozos y trabajos.
Sé como las mismas aves,
como los lirios del campo,
que ni estos compran vestidos
ni aquellos siembran sus granos;
y estas tienen su comida
y aquellos vestido blanco;
pues Dios en su Providencia
da de comer a los pájaros
y viste de terciopelo
a los lirios y a los nardos.
Si Dios se ocupa de ti
no te amargue tu pasado,
ni te inquiete tu futuro
vive tu vida a diario.

NO TENGAS MIEDO

Abre tu corazón, no tengas miedo
de recibir a Jesucristo en él,
no le despojará de lo que tiene
y te lo llenará de paz y bien.
El es Amigo fiel, que no defrauda,
por mucho que tropieces en tu andar,
le basta su mirada irresistible
para hacerte volver a su amistad.
Si quieres conocer en Jesucristo
de su infinito amor el abecé,
medita su palabra trascendente
y cambiarás de vida y de parecer.
Y si la noche cierra tus ventanas
dejando tu morada en lobreguez,
mira a Cristo pendiente de la cruz
y alumbrará en tu cámara la fe.
Dale hospitalidad, no tengas miedo,
que colmará tu corazón de gracia
y encontrará la paz que El solo da
con generosidad y en abundancia.
Acércate a Jesús, no tengas miedo,
que El es la clara Luz y el Agua viva;
nos da de comer su propia carne
y su sangre a beber como bebida.



UNA GRACIA Y UNA RESPUESTA

Hay cosas que nos sorprenden
y nadie sabe explicar,
porque son temas ajenos
a la ciencia racional,
que sólo ve lo presente
y no, lo de más allá.
Y esto fue lo que pasó
En la pequeña ciudad
de nombre Santa María,
nombre de solera y paz.
Una familia cristiana
que radicada allí está,
de cuyos antepasados
recibieron la heredad
y la tradición cristiana
que han sabido conservar,
tuvo cinco tiernos niños
que alegraron el hogar.
El benjamín de los cinco,
a quien pusieron Fabián
en la pila del bautismo
de la iglesia parroquial,
era la flor preferida
del afecto maternal.
El niño crecía sano
porque sano era el rosal,
y los soles calchaquíes
calcinantes por de más,
curtieron su piel morena,
como moreno es el pan.
Doce años tenía el niño,
meses menos, meses más,
cuando vino a visitarle
una dura enfermedad,
que los jóvenes galenos
del reducido hospital,
no acertaron o pudieron
aquel mal diagnosticar.
Desahuciado quedó el niño
y el milagro en Dios está;
así hablaron a la madre
los galenos del lugar.
Pero esa mujer cristiana
de fe profunda, en verdad,
acudió con su plegaria
a pedir e implorar
de nuestro Hermano Gabriel
de su hijo, la sanidad.
Ante la oración constante
del pedido maternal,
no se atardó la respuesta
que ella esperaba escuchar.
Y aquella peritonitis
que amenazaba llevar
la vida de aquel infante
a la morada eternal,
huyó, como por encanto,
para no volver jamás.
Y el joven a quien Gabriel
le diera la sanidad,
el Señor le concedió
vivir en fraternidad
el carisma de Gabriel
y en nuestro Instituto está.
Que la Sagrada Familia
conceda al joven Fabián
su gracia y perseverancia
camino de santidad.

¿REALIDAD O LEYENDA?

En el centro de la sala
hay una mesa y tres sillas,
un blanco mantel de lino
cubre la mesa servida
y un matrimonio jovial
radiante de gozo y vida
con su niño, están los tres
sentados en sendas sillas.
En un rincón de esa sala
donde come la familia,
hay un anciano sentado
de espaldas a la cocina
con su plato de madera
y su vaso de la misma.
Está solito el abuelo
frente a su pobre comida,
en el vaso, agua clara,
y un trozo de pan del día.
En esta familia ingrata
El anciano es una isla;
no obstante, ese pobre viejo,
en su soledad sombría
que lleva con gran paciencia
la exclusión inmerecida,
está lleno de experiencia
que le da sabiduría;
sabiduría que está
no en la ciencia recibida,
si no en el cáliz del alma
donde la bondad anida.
El niño que observa y ve
que a su abuelo lo marginan,
en su infantil reflexión
candorosa y muy sencilla,
resolvió llevar a cabo
una idea conclusiva.
En un vecino taller
que frente a su casa había,
trabajaba un carpintero
de fama reconocida,
no tanto por sus trabajos,
cuanto por su bonomía.
Entrando el pequeño en él,
con graciosa simpatía
le pidió le regalara
un trozo de maderita;
generoso el carpintero
le entregó lo que pedía,
agradeciendo el infante
con una dulce sonrisa.
Con el tiempo y la constancia
que el trabajo le exigía,
de a poco el niño labraba
de la tabla las esquinas,
de manera que tuviera
el tamaño y la medida
que tienen todos los platos
que se usan en la vajilla.
Intrigada la mamá
de aquello que su hijo hacía,
fue a preguntar a su niño
qué serio trabajo hacía;
y el niño respondió
que un pobre plato pulía
para cuando anciana seas
servirte en él la comida,
y en un rincón de la sala
comer en esta tablita,
como lo está mi abuelito
solitario en la familia.
Y esta lección infantil,
sea historia o fantasía,
nos enseña a ser prudentes
y a obrar con sabiduría
con aquellos que nos dieron
la vida y cuanto tenían.

UN CUENTO

Pues érase que se era
un maníaco granjero
que anhelaba por tener
en su propio gallinero
algún animal exótico
con que distraer su tiempo.
Marchaba a campo traviesa
sin meta ni rumbo cierto
trasudando las praderas
y las faldas de los cerros,
sin hallar lo que buscaba
en su soledad envuelto.
Al fin decidió trepar
al más alto de los cerros,
y en uno de los picachos
de muy difícil acceso,
y halló allí en nido de águila
un aguilucho renegro.
Alegre con el hallazgo
y por demás satisfecho,
llevó el aguilucho a casa,
lo puso en le gallinero
y en el corral de las aves
con ellas está viviendo.
Era uno más del corral
y se adaptaba a los tiempos,
se acostaba y levantaba
con el grupo mañanero;
bebía el agua del tacho
y el mismo maíz comiendo,
y con los días y meses
iba el animal creciendo.
Aunque sus robustas alas
enormemente crecieron,
no sufrió ningún “estrés”
el aguilucho del cuento
por más que viera en sus pares
no tener tal incremento.
Un señor naturalista,
amigo de aquel granjero,
al ver un águila allí
le dijo a su amigo el dueño:
“Tiene el ave por espacio
el azul del firmamento,
aire puro en las alturas
donde planear su vuelo.
Si usted me permite, amigo,
hacer un experimento
le mostraré cómo el águila
rasga el azul de los cielos.”
El permiso conseguido
por el pícaro granjero,
el sabio naturalista
alzó en sus brazos el peso
del águila gallinera
y saliendo a campo abierto
le dijo al ave rapaz:
“Tu espacio es el firmamento,
el sol, la luz de tus ojos,
lanza pues tu raudo vuelo,
sube arriba a las alturas
no te arrastres por el suelo.”
Y al soltar el ave negra
esta volvió al gallinero.
No se dio el naturalista
por vencido ni por muerto;
y tomando el ave en sus brazos,
con su amigo y compañero
subieron los tres al coche
y al llegar al alto cerro,
tomando el naturalista
al ave contra su pecho,
díjole al ave rapaz
señalando con el dedo,
“ese es tu espacio vital”,
mostrándole el firmamento,
el águila en un principio
algo vacilante el vuelo
poco a poco planeando
y orientada por el viento
volaba majestuosa
señora del alto cielo.

GRACIAS MADRE

Me urge el corazón, a agradecerte
santa Made de Dios, Virgen María,
aquello que imploré y me concediste
la gracia para mí resolutiva
de caminar en la luz por las quebradas
tortuosas y oscuras de la vida.
Con cariño filial te dirigí
mi plegaria y mi súplica sencilla,
oración y pedido confiados
del niño que en tus brazos se confía.
Y escuchaste mi ruego sin tardanza
comprobando que en mi alma lo tenía,
pues cual nube llevada por el viento
huyó de mí la pena fugitiva.
Por eso en estos versos pergeñados
en este amanecer de luz albina
te doy gracias, Señora, en este canto
hecho poema para ti, María.

MI SOMBRA

Cuando en el amanecer
voy haciendo mi camino,
el sol que está a mis espaldas
pone delante a un amigo,
mi propia sombra que marcha
cual si fuera mi lazarillo
que me precede en la ruta
al lugar de mi destino.
Con el paso de las horas
y a medida que camino,
la sombra se va encogiendo
cual si buscara un abrigo;
hasta desaparecer
bajo mis pasos cansinos.
Y este sol que va trepando
el firmamento azulino,
de mi lado va borrando
de sombra todo vestigio.
Después de dar a mi cuerpo
el descanso merecido
volví a proseguir mi viaje
con un poco de alivio.
Al echar mi vista atrás
y hacer alto en el camino,
vi que mi sombra seguía
detrás de mi cual perrito,
que marcha detrás del amo
noble y fiel como canino.
Mientras el sol poco a poco
descendía con su disco
hacia el horizonte azul
a terminar su periplo,
mi hermana sombra crecía
alargando su abanico,
hasta que murió en la tarde
y todo quedó sombrío.
Así es la vida del hombre
y su natural destino
que cuando va recorriendo
de la vida su camino,
se llena de mil proyectos
con cierto aire de egoísmo,
quiere concretar sus sueños
con esfuerzos inauditos
por lograr la plenitud
de un nivel más estadístico,
pero al caer de la tarde
van cayendo los delirios,
van muriendo los ensueños,
desaparecen los bríos
todos se torna banal,
en la noche cierra el frío
quedando solo con Dios
el hombre con su destino.

LA ENFERMERA

Ese ángel que camina silencioso
con perfil de mujer, pero sin alas,
en su frente un letrero atestigua
el ser de profesión, samaritana,
es el ángel que vela junto al lecho
de la enferma que sufre solitaria.
Esa enfermera de silentes pasos
de pulcra túnica y de toca blanca,
puede llevar el nombre de Virginia,
de Laura del desierto o de Susana,
y el corriente y bíblico nombre santo
de Ana fiel esposa de Elcana
Cualquiera de esas cuatro puede ser
suave beleño y ángel de la guarda;
pues llevan con razón y con honor
el título de ser samaritanas.
Como abejas solícitas laboran
yendo y viniendo raudas por la sala
llevando las remedios al enfermo
y el consuelo de amor de una palabra.
Al dar la medicina a su paciente
con ternura de mano delicada,
no se olvida de dar una sonrisa
y regalarle el don de una palabra.
Está bien aliviar los sufrimientos
con la ayuda científica y humana,
aunque es aún mayor al buen consejo
que da fuerza al espíritu y al alma.
Bendita la enfermera que paciente
comparte el sufrimiento de las almas
el dolor de los cuerpos malheridos
como otros Cristos donde el mal se ensaña.

TODO TIENE UN RITMO

El sol tiene su ritmo cotidiano
se acuesta y se levanta tempranero,
recorre lentamente su camino
y marcha a descansar de su trayecto.
Entonces se despierta la Selene
con su rostro lavado en el sereno,
y espléndida recorre el pentagrama
borrando de la noche los luceros.
Las mismas estaciones se suceden
manteniendo su ritmo añoanero;
la primavera anunciará al estío
y al mismo otoño seguirá el invierno.
Se da el ritmo en los árboles y flores,
en las aves, sus nidos y sus tiempos.
hay un ritmo en la vida de los hombres
que nacen a la luz de los luceros,
que vienen como plantas bendecidas
por la mano del Padre de los cielos,
que viven y trabajan a diario
al ritmo de las horas y el esfuerzo
mirando el porvenir sin ansiedades
con la esperanza de vivir serenos.
Pero al quebrarse el ritmo de la vida
se da en el corazón un desconcierto,
como hace el joven que de noche vela
para dormir después profundo sueño.
Pues tiene el hombre ritmos naturales
en perfecta armonía con sus miembros
que al gozar de salud y concertado
tendrá el hombre una orquesta a sus deseos.
Pero si pierde el ritmo de su vida
y va sin brújula y sin rumbo cierto
no logrará llegar a su destino
como airoso corcel, pero sin freno.
Pero hay un ritmo superior del hombre
que está en su corazón cual sacramento;
dichoso el que lo cuida vigilante
porque al vivir en paz hallará el cielo.
Yo llevo desde niño en mi existir
por la gracia de Dios, hoy muy longevo,
mi ritmo monacal que me enseñaron
a tenerlo y vivirlo en el convento.
Jamás supe romper o desvirtuar
el orden conventual del reglamento
la hora de acostarse y levantarse
en horario escolar y en todo tiempo.
Alternar el estudio y el descanso,
y el trabajo manual con el paseo.
Este ritmo de vida formativo
que se hizo carne en mí desde pequeño,
me enseñó a valorar lo que importaba
y hoy me tengo en verdad por satisfecho.

LA AVARICIA ROMPE EL SACO

En un lejano país,
cuenta la gente que sabe,
vivía un señor granjero
de posición confortable
sin sobresaltos ni penas
que la vida le amargaren
con esa serena paz
que dan el campo y el aire.
Nada faltaba en su granja
de cuanto pudiera anhelarse:
hortalizas, gallinero,
gran variedad de frutales,
conejos, cerdos y vacas,
un frondoso bosque de árboles,
una morada señera
y un arroyo de cristales
transparentes y sonoros
y por demás refrescantes.
Pero un día la avaricia,
fuente de locos afanes,
llamó a la puerta de su alma
con melosos ideales.
Escuchó decir que había
Una mina de diamantes
en un país muy lejano,
con fama de ser muy grandes,
de valor adquisitivo
por demás imponderable.
Ante tamaña noticia
la ambición prendió en su carne
y decidióse a vender
su casa y sus propiedades,
y hacia aquél país marchó
con sus sueños y ansiedades,
que suelen ser en el hombre
opresivos acicates.
La rueda de la fortuna
quebró muy pronto sus planes,
dio al traste con sus delirios
y su ambición desbordante.
Derrotado y andrajoso
con rostro de mendicante,
retornó a sus viejos pagos
marchitos sus ideales.
Pero aquí no terminó
la lista de sus pesares,
pues a más de no ser suyas
la casa y las propiedades,
escuchó con gran asombro,
para colmo de sus males,
que en las arenas del río
y en sus líquidos cristales
hallaron pepitas de oro
esmeraldas y diamantes.
Amarga fue la noticia
y la desazón fue grande,
pues lo que fuera de estar
lejos de sus ideales,
lo poseía y tenía
de sus manos al alcance.
También hay en ti, lector,
minas de oro y de diamantes
tesoros que has de explotar
pues se te dieron de balde;
y así podrás evitar
la pobreza mendicante.

LA CUEVA DE COVADONGA

En la montaña de Asturias,
tierra de noble abolengo,
hay una gruta sagrada
por sus renombrados hechos.
Cuenta la historia o leyenda
que un hidalgo caballero
en busca de soledad
y de místicos anhelos,
se retiró a meditar,
cual asceta en el desierto,
lejos del ruido mundano
y más cerca de lo eterno.
Era un humilde recinto,
lugar de su pasatiempo,
de oración y de trabajo,
propio de un padre del yermo,
ante la imagen bendita
de la Reina de los cielos.
Era el tiempo en que las huestes
de asturianos montañeros
en torno al rey don Pelayo
batallaban por sus fueros
con bizarría y bravura
contrataques agarenos.
Aunque batalló con bríos
aquel montañés ejército,
ante el grupo numeroso
del invasor sarraceno,
las tropas de don Pelayo
a alta montaña huyeron.
Un día el anacoreta,
en su humilde y largo rezo
vio sonreír a María,
signo de histórico hecho.
Vino Pelayo a la cueva
buscando seguro puerto,
y en verdad que lo encontró
para su propio consuelo,
en aquel anacoreta
quien le reveló el secreto
que descubriera en el rostro
de la Reina de los cielos.
La Virgen de Covadonga,
Madre de los lugareños.
al acercarse la tropa
del ejército agareno
y cubrir el verde valle
con su numeroso ejército,
don Pelayo dio la orden
de atacarlos al momento,
y con un rodar de rocas
y flechas de los arqueros,
empezó la Reconquista
que duró siglos enteros.
Después de aquella huída
del ejército agareno,
la cueva se iluminó
con fulgores y destellos;
y cuantos allí estaban
contemplando aquel portento,
vieron sonreír la imagen
de la Reina de los cielos.

BERNARDO DEL CARPIO

En la plaza de León
Alfonso segundo el casto
presidía con su esposa
la fiesta de toros bravos,
cuando irrumpió en aquel ruedo
el caballero Bernardo,
joven apuesto y valiente
jinete en noble caballo.
Tras demostrar su destreza
y su valor toreando,
la palestra fue su gloria
y de su honor los aplausos
del público allí presente,
del rey y los cortesanos.
Agradeciendo el galán
a damas y cortesanos
partió a galope tendido
camino de su condado.
De todos los caballeros
que a la palestra llegaron
ninguno pudo emular
la destreza de Bernardo.
Intrigado el rey Alfonso
por aquel joven gallardo,
preguntó quién era aquel
que arrancó tanto entusiasmo.
Pero muchos ignoraban
quien fuera su antepasado
y aquellos que lo sabían,
se negaron revelarlo.
Y no obstante, era el sobrino
de Alfonso segundo el casto
quien al cuñado Saldias
lo tenía encarcelado.
Años llevaba en la cárcel
el padre del buen Bernardo,
quien ignoraba el lugar
y el destino tan amargo
que su padre padecía
en el castillo encerrado.
Pues el niño de pequeño
tuvo por lugar y amparo
la bondad de una familia
de principios muy cristianos.
Su misma buena nodriza
reveló al joven Bernardo
quién era su padre y cómo
yacía encarcelado
por orden del rey Alfonso
hace ya veintidós años.
La bravura y las hazañas
de este joven ignorado
llegaron a los oídos
del monarca a su palacio,
quien hizo llamar al joven
para tenerle a su lado.
Fue el caballero a la cita
triste y vestido de harapos;
y preguntándole al rey
por su tristeza y trapos,
respondióle entristecido
que de este modo enlutado
tenía su corazón
por su padre encarcelado,
pidiéndole al rey el favor
de dejarlo liberado.
La negativa del rey
fue un puñal para Bernardo.
Y mostrando su nobleza
y echando al olvido agravios,
al inconmovible rey,
le dedicó los trabajos
que en su vida de guerrero
pronto llevaría a cabo,
como prenda de honradez
y de honesto y fiel vasallo.
Cuando las tropas francesas
del monarca Carlomagno
invadieron la Península,
allá por el siglo octavo,
a luchar con sus guerreros
partió Bernardo del Carpio.
Y fue tan grande su fama
y los éxitos logrados,
que el mismo su tío, el rey
se avino a felicitarlo.
Pero el valiente guerrero
Muy generoso y gallardo,
le pidió la libertad
de su padre encarcelado.
Al negárselo el monarca,
se retiró a su condado
a su castillo Saldaña
y pensar cómo lograrlo.
A respaldar su proyecto
más de trescientos soldados
se pusieron a sus órdenes
y en su lucha, respaldarlo.
Fueron tantas las hazañas
y los éxitos logrados
que el mismo rey accedió,
no sin dar tregua al mandato,
a poner en libertad
al cuñado encarcelado.
Fue tan larga la demora
de Alfonso por librarlo,
que el padre de nuestro joven
encontró la muerte en tanto.
Doliente y triste la escena
y muy frío el escenario;
el padre muerto en la cárcel
y el hijo desconsolado.
Juglares y trovadores
en sus coplas lo lloraron
y la fama del guerrero
recorrió pueblos y campos
trascendiendo la frontera
del noble solar hispano.
Llegó su fama a las Galias
y a las puertas del palacio
donde le rindiera honores
el mismo Rey Carlomagno.

VOTO DE SANTIAGO

Un tributo humillante y vergonzoso
era el anual pago de cien doncellas
que hacía rodar lágrimas de sangre
a las madres cristianas de mi tierra,
tras de capitular en la batalla
ante la cimitarra sarracena.
Frente al dolor cristiano de esas madres
el buen rey don Ramiro hizo una leva
y forman un ejército cristiano
por luchar y borrar aquella afrenta.
Anunció a Abderramán roto el contrato
que obligaba a pagar las cien doncellas;
alistó un pertrecho a sus caballeros
y los puso, sin más, en pie de guerra.
Respaldaron su acción, los capitanes
y con tropas castrenses y plebeyas,
no dudó en entablar dura batalla
contra las huestes recias y agarenas
que en número mayor desbarató
las filas de las tropas leonesas,
que tuvieron al fin que retirarse
y a la lucha poner tiempo de espera.
Por los muertos caídos en el campo
sonaron las broncíneas trompetas;
el resto del ejército buscó
asilo donde reponer sus fuerzas,
reconstruir sus filas y sus mandos
diezmados en la lucha de fronteras
y esperar el momento y la ocasión
de volver a iniciar la santa empresa.
Los legendarios campos de Clavijo
fueron testigos de la dura guerra.
Llegó al final el día señalado,
Ramiro arengó a la soldadesca,
los clarines sonaron estridentes,
sus ecos plateados las trompetas;
el piafar del corcel rompió el silencio
y el duro batallar cubrió la escena..
Inferiores en número y en armas
lucharon los cristianos, a la espera
de obtener la victoria que anhelaban
por borrar de una vez tanta vergüenza.
Caían capitanes y soldados,
y la fortuna parecía adversa,
cuando un caballo y su jinete blancos
fulgente espada y límpida bandera
sembró el espanto y un mortal terror
en las tropas infieles agarenas.
La vista del corcel y su jinete
animó a los cristianos en la brega;
y fue Santiago apóstol el Mayor
el que dio a las plegarias fiel respuesta.
Un grito unánime brotó en las tropas
resonando en los valles y en las sierras:
¡Santiago y cierra España! repetían
la tropa, las mujeres y doncellas.
Y aquí cerró Ramiro para siempre
el dolor de su pueblo y la vergüenza;
formulando después, agradecido,
el voto de Santiago en Compostela.

EL CRISTO DEL PORTAL

Con cuentos y tradiciones
con fábulas y leyendas
se va tejiendo la trama
de la historia verdadera.
Una de estas tradiciones
que el pueblo la da por cierta,
habla de que en Almería,
tierra de sol y solera,
aconteció este suceso
que te devuelvo en poema.
Llegaron a la ciudad,
desde muy lejanas tierras,
dos enigmáticos hombres
y mendigos, por más señas,
trayendo en sus negros ojos
resignación y paciencia,
en sus rostros el cansancio
marcadas profundas huellas
y en sus cuerpos agobiados
la fatiga y la pobreza.
Mendigaron por las casas
asilo de puerta en puerta
sin obtener de la gente
afirmativa respuesta;
pero al final de la calle
estando ya campo afuera,
un buen hombre que los vio
tratados de esa manera,
cansados y sudorosos,
buscando quien les tendiera
una mano cariñosa,
cristiana y limosnera,
les dio hospedaje en su casa,
calor de amistad y cena.
Narraron aquellos hombres
después en la sobremesa
tantas santas tradiciones,
relatos de anacoretas
y vidas de grandes santos
de una muy remota época,
que el hombre quedó asombrado
de su saber y su ciencia.
Tras de escucharlos atento
en amena sobremesa,
los invitó a descansar
para reponer sus fuerzas.
Muy cerrada ya la noche
y luciendo las estrellas,
les dio lecho a su cansancio
y a sus almas, paz sincera.
Al romper del alborada
Y no escuchar ni siquiera
un ruido que delatara
de sus hombres la presencia,
intrigado fue a mirar
y se halló con la sorpresa
de no encontrar rastro alguno
de quienes allí acogiera.
Pero al mirar la pared
vio representada en ella
un Cristo crucificado,
fiel estampa verdadera
del dolor y la muerte
que en la cruz Crista sufriera.
La noticia recorrió
ciudades, pueblos y aldeas
y la casa del buen hombre
se tornó en pequeña iglesia.
En la “leyenda Dorada”
se hallan muchas historietas
unas son hagiografías
con rasgos de verdaderas;
otras son lucubraciones
de las plumas noveleras.
En los bíblicos relatos
hay parecidas escenas
de lo mismo que te cuento
en este simple poema
de ese Cristo del portal
que los romeros veneran.

LAS GOLONDRINAS

Hay en Granada un convento
que tiene en una pared
pintada una cruz hermosa
en donde se puede ver
clavada en ella, la imagen
de Jesús de Nazaret.
Esta pintura sagrada
que conmueve al que la ve,
es estampa atribuida
de Alonso Cano, al pincel.
Cuando terminó aquel cuadro
y puso su vista en él,
quedó de emoción prendado
contemplándola a sus pies.
Aconteció una mañana
vestida de rosicler,
ya entrada la primavera
florecida en el vergel,
del claustro de aquel convento
que presidía un ciprés,
que mientras Alonso hablaba
con admiración y fe
a los monjes del convento
del cuadro de la pared
entraron por la ventana
que daba al salón aquel,
dos oscuras golondrinas
venidas ¡vaya a saber!
de qué remotas regiones
vinieron a allí y por qué.
Después de su largo vuelo
cansadas, al parecer,
buscaron a su cansancio
un punto, donde poner
sus patas y descansar
y sus fuerzas reponer.
No hallando mejor lugar
en toda aquella pared
que los brazos de la cruz
de Jesús de Nazaret;
pero al instante cayeron
del crucifijo a los pies.
Quedaron los concurrentes
muy conmovidos, al ver
que la muerte de las aves
en verdad, sin duda fue
el más elocuente elogio
para el artista de ley.

TOMAS EL ZAPATERO

En una pequeña aldea
recostada al pie de un cerro
vivía en humilde casa
don Tomás, el zapatero.
La noche de Navidad
quiso saber si era cierto
lo que al parecer oyó
medio dormido o despierto;
pues le pareció escuchar
una voz de dulce acento
que en uno de aquellos días
vendría Jesús a verlo.
Muy temprano, don Tomás
dejó su zaguán abierto
y sentado en su banquillo
puesto el delantal de cuero,
dio principio a su trabajo
de remendón zapatero.
Con la lezna y con la aguja
el calzado iba cosiendo,
cuando apareció de pronto
ante sus ojos serenos,
una mujer con su niño
ambos con rostros hambrientos
y en sus miradas de pobres
una limosna pidiendo.
Adivinando Tomás
su necesidad y gestos
les dio vituallas y pan
su sonrisa y su afecto;
pues a más de bondadoso
era también limosnero.
Llegado el anochecer
y con la noche, el silencio,
vino a llamar a su puerta
un contumaz temulento
pidiéndole una ginebra
para calentar su cuerpo.
El bueno de don Tomás
que se dio cuenta al momento
de la curda que traía
por la actitud de sus gestos,
lo llevó a cenar con él
y procurarle remedio,
dándole bien de cenar,
por vino, buenos consejos,
por ginebra, agua clara
y como postre, su afecto.
Al rezar sus oraciones
antes de entregarse al sueño,
se quejó al Señor Jesús
de no haber venido a verlo.
Oyó entonces una voz
que le dijo muy quedo:
“Dos veces te he visitado,
¿no te diste cuenta de ello?
por esas mis dos visitas,
buen Tomás te lo agradezco”.

UN NUEVO HOGAR

El amor es más fuerte que la muerte,
es muy sencillo, humilde y no se agranda,
es vínculo de vida que os advierte
que ya no sois dos, Víctor y Fernanda.
El amor es eterno, nunca muere,
difusivo por sí, no es prisionero,
alegre o triste, sea lo que fuere,
tenedlo siempre como mensajero.
Colaboráis con Dios en dar la vida
a los hijos que El, en premio os dé;
serán frutos de gracia recibida,
gratuito don de Dios a vuestra fe.
No todo será luz, gozo y bonanza
que en la vida hay dolor y sinsabores;
pero el ampo de luz de la esperanza
visitará sin más vuestros dolores.
La Sagrada Familia nazarena
sea vuestro modelo y protectora,
conceda a vuestro hogar la paz serena
que nunca le negó al que la implora.

EL VIGIA

Vigilante y solitario,
como asceta en el desierto,
alzaba sus grises muros
alto castillo roquero
deshaciendo la inclemencia
de la soledad y el tiempo.
A la puerta del castillo
llegó un día un mensajero
trayendo aviso del rey
en un mensaje discreto
de que estuvieran alerta,
todo ordenado y dispuesto
para recibir a Dios
con los honores supremos,
que quiere ser vuestro huésped
como otrora de Zaqueo.
El vigía recibió
el honroso mandamiento,
velar desde las almenas
cualquier raro movimiento.
Vigilante el centinela
desde su almenado puesto,
oteaba el horizonte,
los caminos polvorientos
de cuantos puntos venían
al castillo, convergiendo.
Hasta de noche velaba
a la luz de los luceros,
las largas y oscuras horas
en elocuente silencio,
sin hallar señal alguna
con que anunciar el encuentro.
Pasaron meses y meses
borrascas y fuertes vientos,
fríos y heladas pasaron,
los años se sucedieron
y todo seguía igual
arropado del silencio.
Los soldados y oficiales,
que alertados del rey fueron.
al cabo de tanta espera
olvidaron el encuentro.
El mismo buen centinela
de tanto esperar, molesto,
sintió flojear sus piernas
y de los años el peso
y hubo, pues, de recogerse
un tanto débil y enfermo,
perdidas las ilusiones
a los cuarteles de invierno.
Todo fue inútil espera,
pensó el hombre en sus adentros
¿se habrá olvidado el Señor
de venir a nuestro encuentro?
Pero de pronto una voz,
llena de gracia y misterio,
le habló con dulce ternura
salida de sus adentros:
-“Estoy aquí, centinela,
en tu corazón inquieto;
¿no escuchaste mi palabra
que te hablaba en lo secreto
desde tu vela de espera
a tiempo y a contratiempo?
Yo estaba en tu corazón
Hablándote muy quedo”.
-“Ahora caigo en la cuenta
de que he sido un pobre necio.
Te buscaba en los caminos
que atraviesan el desierto
y estabas dentro de mi
en lo más hondo y secreto”.



UN ROMPECABEZAS

Era por demás travieso
el niño de esta historieta,
no había jarrón de flores
vasos, platos o macetas
que sanos allí quedaran
cuando a su alcance estuvieran.
Un día de gran bochorno
y de mucha turbulencia,
pretendió la buena madre
aplacar las impaciencias,
previniendo los desastres
y dolores de cabeza.
Pensando cómo ocuparle
tuvo la feliz idea
de entregarle a componer
por juego, un rompecabezas;
un perfecto mapamundi
con sus respectivas piezas.
Los intentos del muchacho
por resolver el problema
terminaban en fracaso
y en irritable impaciencia.
Entonces vino la madre
y solícita y discreta
le hizo mirar al revés
las irregulares piezas,
mostrándole cómo había
dibujada detrás de ellas
un padre, una madre, un niño,
familia grande y completa.
Cuando el niño terminó
de ensamblar todas las piezas
apareció la familia
como su madre dijera.
Con mucho tiento y cuidado
dio el niño vuelta las piezas
y entonces apareció
en aquel rompecabezas
el dichoso mapamundi
que al armarlo no pudiera.

SAN JOSÉ

Varón justo y carpintero
renombrado en Nazaret
era admirado por todos
el virtuoso José.
Tuvo a la Madre de Dios
por maestra y por mujer
y del hijo de María,
el que naciera en Belén
fue protector y custodio
y padre adoptivo fiel.
Si en su misión, Juan Bautista
precursor del Señor fue,
nadie podrá desmentir
lo fuera José también.
La misma misión mariana
de cuidar al Emanuel,
la recibió el carpintero
al ser padre por la ley.
De la vida oculta y pobre
de Jesús en Nazaret
nadie negará que fuera
en María y en José
homologado retrato
en los dos la copia fiel.
Cumplida, al fin, la misión
de cuidar y proteger
los dos divinos tesoros,
que a su cargo tuvo él,
fue a recibir su corona
por ser siervo bueno y fiel.
Vida pura y transparente,
sinfonía en un taller,
se hizo silencio en el alma
para escuchar y beber
la armonía de la vida
que reinaba en Nazaret.
Si es José para el obrero
paradigma del quehacer,
no deja de ser modelo
para aquel que quiera ser
apóstol del Evangelio
como el Patriarca lo fue
en su modelo de vida
que invita a vivir como él.
En nuestro peregrinar
por la vida hacia el Edén
sea nuestro protector
el Patriarca San José.

SECUENCIA NECROLÓGICA

Austera fue mi niñez
y también mi adolescencia
mi juventud, de lo mismo,
y ésta, mi vida longeva,
para no romper el ritmo
sigue por la misma senda.
Motivos fundamentales
de mi ser y mi existencia
me obligaron a salir
de mi hogar con mucha pena,
como nuevo peregrino
en busca de trascendencia,
inicié mi largo viaje
con mi pobre hatillo a cuestas.
En mi duro caminar
largas fueron mis ausencias
de la patria y la familia,
aunque la correspondencia
permitió que nuestros lazos
siempre unidos estuvieran.
Ni cuando yo estuve lejos
ni cuando estuve más cerca
pude escuchar de mi madre
una palabra postrera,
formar séquito en su entierro
ni echar en su tumba tierra.
Tampoco supe ni cuándo
murieron mis dos abuelas,
solo me queda el recuerdo
de su piedad y entereza.
Eran los tiempos de entonces
de muy lejanas ausencias,
malas comunicaciones
y de normas muy austeras;
por eso, tampoco pude
hacer acto de presencia
en la muerte de mi padre
y asistir a sus exequias.
Pasaron algunos años,
un poco más de una década
y otra vez vino la parca
a traerme mala nueva;
el anuncio de la muerte
de mi hermana viuda y buena.
El último en fallecer
en esta triste secuencia
fue mi otro hermano varón,
que Dios en su gloria tenga.
Lejos de la patria yo,
cargando con mi ceguera,
y el yugo de muchos años
cruces que duelen y pesan,
me impidieron, como ves,
hacer acto de presencia.
Con el bordón a la espalda
y la esperanza en la meta
sigo haciendo singladuras
a golpe de remo y vela,
serenamente esperando
sin que flaqueen mis fuerzas,
el definitivo encuentro
con Dios en la vida eterna.

CUENTO HOLANDÉS

Era Juan hombre sencillo
o más bien, bastante ingenuo,
tanto que su misma esposa
reprochábale de lelo.
Como suele acontecer
en estos casos extremos
la mujer es la que manda
en el recinto hogareño
y el marido el que obedece
sin replicar y en silencio.
Por toda hacienda tenían
una vaca sin ternero;
restábales por pagar
con puntualidad y apremio
la última cuota de compra
de aquella casa, a su dueño.
Con órdenes muy precisas
de vender la vaca a precio,
mandó la mujer a Juan
a la feria de aquel pueblo.
Costó al hombre expresarse
y no sin poco recelo,
por temor que algún gitano
le hiciera del tío el cuento,
no quiso vender la vaca
y triste emprendió el regreso.
Pensando en qué le diría
a su esposa de aquel hecho,
observó que estaba abierta
la puerta del sacro templo
y sin escrúpulo alguno
con la vaca se fue adentro.
Vacía estaba la iglesia
habitada del silencio;
ató el animal a un banco
y con paso breve y lento,
se fue acercando al altar
donde inmóvil y en silencio,
creyó ver un hombre raro
mirándole fijo y serio
y era el mismo San Antonio
el gran Padre del desierto.
Habló al santo cual si fuera
un hombre de carne y hueso;
viendo que no respondía
le sacudió del manteo,
y una bolsa de monedas
cayó al piso en el momento.
Dio gracias al buen Abad
y salió luego del templo
sin pensar en que la vaca
había quedado dentro.
Dio a su esposa aquella bolsa
con tan sonante dinero,
con él pagaron la casa
y se compraron un huerto.
Llegó el sacristán después
a retirar el dinero,
que detrás de San Antonio
escondió con gran secreto;
pero vio con extrañeza
que no estaban los dineros.
Y no fue poca su sorpresa
ver una vaca en el templo;
pensó fuera una limosna
de un cristiano caballero
y desatándola al punto
ni perezoso ni lerdo
la llevó a su propia casa
como un inquilino nuevo.
Diariamente vendía
leche fresca y a buen precio
y hasta pudo darse el lujo
de fabricar buenos quesos:
con lo cual pudo poner
a su pobreza remedio.
Así Juan y el sacristán
de su pobreza salieron,
y de ganancias y pérdidas
ambos quedaron contentos.

RENOVACIÓN DE PROMESAS

Promesas del carisma nazareno
renovadas ayer, una vez más,
por las Fraternidades nazarenas,
grabadas en las almas quedarán.
No son sueños quiméricos o voces
que el tiempo en su carrera borrará,
ni el soplo de los vientos de la vida
podrá sus dulces frutos arrancar.
Pues tienen las promesas por seguro
la vida de la gracia celestial,
el apoyo moral de los hermanos
y a Gabriel Taborin por capitán.
Un ágape fraterno en comunión
concitó a la familia en el llantar
y en diálogo sincero en sobremesa
compartimos el gozo y la amistad.
Familia de Jesús, José y María
modelo de oración y caridad,
amparadnos en vuestra santa casa
morada del amor y de la paz.

MI JARRÓN

Mi cuerpo es un jarrón nonagenario
y las flores que ayer eran lozanas
van perdiendo el vigor y la belleza
que a la vista de todos desplegaban.
Porque el tiempo en su marcha sin retorno,
como río que fluye hacia la mar
no deja de morder en sus entrañas
y filtrarse la vida que se va.
Imposible ponerle una botana
a mi cuerpo ya viejo por demás,
y una laña al jarrón de porcelana
cuando vemos se acerca su final.
Sin pena ni nostalgia de la vida
sereno su final esperará;
cumplió con la misión de ser jarrón
alegrando la vida a los demás.

MEDITACIÓN

Acaba de morir el Hombre-Dios;
las tinieblas recubren con su velo
el mundo creación de su Palabra,
en silencio mortal hace su duelo. .
Llora la tierra que tembló en su muerte,
como al viento las rojas amapolas,
las aves silenciaron su garganta
y abrocharon las flores sus corolas.
Hasta el velo del Templo se rasgó
cerrando así el Antiguo Testamento
y abrir después el nuevo santuario
del señor en el santo Sacramento.
Y la herida que abrió la dura lanza
al traspasar su Corazón sagrado
fue la puerta de amor al hombre abierta
para que haya refugio asegurado.
Ya no hay velo que impida contemplar
en la fe, los misterios del amor;
pues gracias al clavel rojo y abierto
entramos a vivir en el Señor.
Morir en cruz y el corazón abierto
quereres misteriosos del Señor
son locuras de amor inenarrables
divinas expresiones del Amor.
Corazón de Jesús paz y recinto
de las almas que buscan protección
sé para mi bajel puerto seguro
donde descanse en paz mi corazón.

SÉ COMO LA HIEDRA

Mira cómo la verde hiedra débil
en busca de la luz y las alturas
se abraza a la pared para trepar
y su fin alcanzar, sin más ayuda
que la vitalidad de sus raíces
hundidas en la fértil tierra oscura.
Mírala caminar asida al árbol
viboreando por las verdes ramas
anhelosa del sol vivificante,
del beso y el rumor de frescas aguas
que dan vigor y vida a sus raíces
donde en tierra feraz bebe su savia.
Sé tú como la hiedra, caminante,
ansiosa de la luz y de lo alto,
cultiva la ilusión y la esperanza
de tender a la altura y de lograrlo;
no des tregua a la búsqueda de luz
que alumbrará la senda de tus pasos.

NO DESMAYES

Cuando creas que todo está perdido
y quebradas están tus ilusiones,
no repliegues las alas en tu vuelo
y aletea buscando el horizonte.
Cuando sientas que llama el desaliento
pretendiendo ingresar en tu morada
para sentar en ella sus reales
dale cuerda al reloj de la esperanza,.
Cuando estés acosado por la turba
de problemas sin número en la vida,
cual jauría rabiosa y desatada,
vive sereno en paz y en armonía.
Cuando sientas la triste soledad
de ser ajeno a lo que te rodea,
recuerda que no estás solo en la vida
pues contigo el Señor marcha a tu vera.
Cuando la angustia o la ansiedad pretendan
socavar de tu espíritu la paz,
no eches más leña al fuego retirándote
a llorar tu dolor en soledad.
Cuando cierre la noche tu camino
y temas en tu marcha tropezar,
enciende de tu fe la antorcha viva
y tus pasos su luz alumbrará.
Cuando la aguda flecha del dolor
se clave alguna vez en tus entrañas
no desmaye tu fe ni te acobardes
mira a Cristo en la cruz hecho una llaga.

APROVECHA EL TIEMPO

No creas que la vida es un edén
con flores aromáticas y bellas,
ni tampoco la bóveda celeste
tachonada de fúlgidas estrellas
La vida no es un vals o pasatiempo
ni tampoco un soñar de vanidades;
ni creas que la vida es un jolgorio
ajena a las dolientes realidades.
La vida para todos los mortales
es corona de espinas y de rosas,
punzantes y dolientes las primeras
las otras a la vista primorosas.
La alegría y el dolor se van turnando
para advertirte que hoy, será mañana,
mañana será ayer, y así las cosas
se suceden semana tras semana.
Advertido del ritmo de la vida
que marcha inexorable a su final,
aprovecha del tiempo, como el sabio
que sabe discernir el bien del mal.

MÁS VALE VOLAR


Yo tengo un sentimiento profundo y arraigado
que impúlsame a vivir la vida en soledad,
sin ser por ello ajeno a cuanto sea humano
como es el compartir lo bueno y la verdad.
Prefiero los silencios sagrados y elocuentes,
recinto de las almas que buscan la oración
plegaria donde el hijo dialoga con su Padre
abriéndole amoroso su noble corazón.
Me atrae la montaña rocosa y solitaria,
reducto y atalaya del águila real,
allí donde no llega el báratro del mundo
y el aire es diapasón en cuerda musical.
Por eso amo el retiro desierto donde el alma
a solas con su vida, camino sinuoso,
contempla en el presente su próximo destino
de ver del Padre el rostro amante y generoso.
Y aqueste sentimiento profundo y arraigado
lo cuido y lo cultivo con arte y con esmero
pues hallo en él motivo para seguir luchando
volver al que es del alma el Último y el Primero..

VIVE EN LA ALEGRÍA

Arranca del corazón
la flecha de tu tristeza
que puede herirte de muerte
y envenenar la conciencia.
No te atormentes, hermano,
rumiando duelos y penas
que el espíritu quebrantan
y el alma y el cuerpo enferman,
que en los ojos y en tu rostro
se espeje tu alma serena,
como en un plácido lago
la luna llena se espeja.
Tu corazón sea alegre
como son las castañuelas,
pues la alegría es salud
y muy buena compañera.
Ansiedades e inquietudes
son muy malas consejeras,
pues quitan la paz del alma,
rompen el sueño y desvelan,
minan la salud del cuerpo
y el espíritu atormentan.
Alegra tu corazón,
echa lejos la tristeza
lo dice el autor sagrado,
y hasta la misma experiencia.
Juzga cual hombre sensato
mira, observa y pondera
el sentido de la vida,
los dolores y problemas
llévalo a tus espaldas
con optimismo y paciencia.
La tristeza es como u ogro
que se instala y señorea,
abate las energías,
a la voluntad doblega,
arrebata el entusiasmo
y al corazón desalienta.
Si en tu espíritu sentó
sus reales la tristeza,
es evidente que tu alma
está enferma, muy enferma.
Si en la alegría de Dios
está nuestra fortaleza,
como muy bien dice el sabio,
y nos infunde prudencia,
alegría, gozo y paz
y hasta una vida longeva;
anímate, hermano mío,
a continuar en la brega
sin bajar nunca los brazos
ni desmayar en las pruebas;
así, podrás comprobar
cuán verdad es la sentencia
que el Maestro nos dejó
como garantía y prenda:
Nadie podrá arrebatarte
la alegría que en ti llevas;
verdad que también dejaron
los salmistas y profetas;
pues en ti vive y está
del Espíritu la fuerza.

VIVE TU ANCIANIDAD

Como duermen el sueño del olvido
las cosas del pasado recluidas
en el viejo desván de los recuerdos,
así la gente de hoy trata y olvida
la ciencia y la experiencia del anciano
que pudiera ofrecer en garantía.
Apreciado tesoro de los pueblos,
legendario maestro de la vida,
baluarte de una rica tradición
de tus sabios ancestros recibida
eres tú, noble anciano venerable
centinela y honor de la familia.
Vive tu ancianidad en el silencio,
relicario sagrado de la dicha,
no dejes que te invada el pesimismo,
pon tu fe y tu mirada más arriba.
Es verdad que la pérdida de bienes
y valores supremos de la vida
están hoy sacudidos por los vientos
que traen soñadoras fantasías,
barriendo con la rica tradición
que desprecian, sin más y subestiman.
Si te duele y encoge el corazón,
no decaiga tu fe, alza tu vista
y la estrella que fulge en las alturas
será en tu oscura noche, luz y guía.



CANTO DE ESPERANZA

Cantaré la canción de la esperanza
que derriba los muros del temor,
abre las puertas del solaz recinto
donde irradia la luz su resplandor.
Yo canto a la esperanza que redime
al hombre como buena compañera,
como el prado acompaña con sus flores
vistiendo de color la primavera.
La esperanza es un cántico a la vida
que tiene su sentido y su porqué,
sonríe alegremente al horizonte
basada en las verdades de la fe.
Anciano peregrino de la vida
canto aquí mi poema armonizado,
como canta la alondra mañanera
su vibrante cantar enamorado.
La esperanza es virtud que alegra el alma
es gozo, plenitud y paz serena,
luz que ilumina las oscuras noches
como el ampo de luz de luna llena.
Es Cristo el hontanar, vivo y surgente
que alegra y llena el alma de esperanza,
por eso canto a Dios, cual pregonero
himnos de honor y salmos de alabanza.

COMO LA COMETA

El hombre es un peregrino
trasudando carreteras
con el hatillo a la espalda
y enriquecido de ideas.
Unas veces siente el peso
de la carga que le frena
otras el gozo interior
de una paz que le aligera
permitiéndole volar
más allá de las estrellas.
El hombre en su caminar
de vida corta o longeva
siente a veces la alegría
del vivir vida serena,
y otras el mordisco agudo
de los fracasos y penas.
Pareciera que su espíritu
semejara a la cometa,
ya volando en las alturas
donde jugando planea,
ya rompiendo sus amarras
volver lentamente a tierra.
Remontándose a lo alto
también mis palabras vuelan
a perderse en las alturas
y en la soledad envueltas,
esperan que algún lector
de ellas se apiade y las lea.
Tal el destino del hombre
lo quiera o no lo quiera
elevarse a las alturas
o arrastrarse por la tierra.

HACIA EL MÁS ALLÁ – HACIA DIOS

Es esta mi vejez, tiempo sereno,
que carente de imprevistas turbulencias
agua en cántaro, cielo sereno,
y algún breve revés sin consecuencias.
De este modo mi vida, mansamente,
sin penas ni sorpresas al andar
va haciendo su camino lentamente
como el río que marcha hacia la mar.
Seguro voy sin dudas en la fe
y la firme esperanza que no muere
con ellas en el cielo ingresaré
y en la gloria estaré que Dios me diere.

HIGUERA EMPERIFOLLADA

Bebiendo los refrescantes
albores de la mañana
marchan Jesús y los doce
camino a la Ciudad Santa
para enseñar a la gente
hambrienta de su Palabra.
La mañana es un cendal
tejido de luz y gracia;
la brisa es suave caricia,
beso rosado del alba
y los cantos de las aves
que el velo del aire rasgan
son música mañanera
en notas sin pentagrama.
A la orilla del camino,
vigilante y solitaria
se alza una robusta higuera
verde y emperifollada.
Se acerca Jesús al árbol
rebuscando entre sus ramas
de sus frutos tan sabrosos
algún higo verdigrana;
pero al ver solo follaje
y no hallar lo que buscaba,
maldijo a la higuera estéril,
engañosa y haragana.
Horas después, al tornar
a desandar la calzada,
se asombraron los apóstoles
al ver desnuda la planta
en alto sus brazos secos
y en el suelo la hojarasca.
Pobre corazón estéril
que te das a cosas vanas
y al llamado del Señor
cierras puertas y ventanas,
y que haces oídos sordos
a la divina Palabra,
cerrando tu corazón
a los toques de la gracia,
ten cuidado, no te pase
lo que a la higuera de marras.

EL PASTEL

La tentación, es siempre
grave problema,
no hay persona en el mundo
que no lo sepa,
desde la tierna edad
a la longeva
y cualquiera podrá
caer en ella.
-“He guardado el pastel
en la heladera,
para que lo compartan
en paz fraterna
con sus otros hermanos,
luego en la cena”.
- Me dijo la donante
la tarde aquella.
Con mi buena intención
un tanto ingenua,
transmití al mandamás
aquella idea,
se quebró mi ilusión
con su respuesta
- “El pastel que guardaron
en la heladera,
semejaba a la vista
panal de abejas
y rico al paladar
sobremanera;
porque tres mosqueteros,
no de novela,
pronto lo consumimos
como merienda
pasando así a la historia
de las calendas”.
Al hecho consumado
solo te queda
rumiar serenamente
las impaciencias
pues no hallarás remedio
por más que quieras.

EJEMPLO MUDO DE CARIDAD

Solitario en el desierto
pasaba el anacoreta
en ayunos y oraciones
su vida pobre y austera
en aras del ideal
de alcanzar la noble meta
de caminar sin descanso
a la santidad auténtica.
La humana necesidad
que a trabajar nos condena
en el diario vivir
por lograr vida más plena,
obligaba al ermitaño
a dejar su humilde celda
y atravesar el desierto
de cálida y blanca arena
y caminar hasta un bosque
a buscar un haz de leña.
El camino era muy largo
y el sol hervía las piedras,
el aire reverberaba
y la garganta reseca;
traspiraba el ermitaño
y aflojábanse sus fuerzas.
En la mitad del camino
de un otero en la ladera,
fluía claro el cristal
de una fuente de aguas frescas.
sin embargo, el monje austero
y sufrido anacoreta,
no bebía por temor
al placer, el alma muerta.
Y así pasaba y venía
del bosque a su humilde celda,
sin detenerse a beber
aunque su sed lo exigiera.
La fama de santidad
de este solitario asceta,
era tema de la gente
de las vecinas aldeas;
aunque no faltaban quienes
su vivir no compartieran.
Atraído por la fama
de ese santo anacoreta,
un postulante novel,
con ansias de vida nueva,
vino al desierto a seguir
del santo monje las huellas.
Bajo los sabios consejos
y normas nada severas,
fue formando a su discípulo,
sin apremios ni impaciencias,
por el austero camino
que a seguro puerto lleva.
Aconteció, pues, que un día,
necesitados de leña,
salieron ambos al bosque
a buscarla y traerla.
Brillaba un sol de justicia
y ardía la blanca arena.
El aprendiz postulante
que en una virtud austera
y en ascesis y renuncias
todavía andaba a tientas,
al llegar a la fontana
de líquidas aguas frescas,
se detuvo a contemplarla
con la mirada sedienta.
Adivinó el buen anciano
de su novicio la idea
y acercándose a la fuente
a tragos bebió de ella
para que su postulante
del agua también bebiera.
Mudo ejemplo de un anciano
de sabia y santa experiencia,
que hace de la caridad
de todo la ley suprema.

TRASCENDIENDO LO PRESENTE

No tengo miedo a la muerte
ni tengo de qué temer,
pues la vida que yo vivo
la recibí en alquiler.
Mientras vivo en esta casa
como inquilino precario,
la cuido cono si fuera
un precioso relicario.
Para que no se doblegue
mi señera voluntad,
no doy tregua en mi fatiga
fruto de mi actividad.
Sé muy bien que no conviene
el motor acelerar,
por eso al trabajo y ocio
los procuro concertar.
Mi vida es un manso río
donde se puede bogar,
porque es ajeno a las olas
y a la furia de la mar.
Sé muy bien que esta mi vida
algún día acabará
y dejaré lo presente
para ir al más allá.
Y este partir no es morir
es solo cambiar de casa
y llegar a lo inmortal
donde el tiempo ya no pasa.
Y allí de cara al Señor
su rostro contemplaré
y en gozo de comunión
para siempre lo amaré.

NAHUEL

Una familia sin hijos
triste cosa debe ser
porque no hay quien ría y llore
cuando falta un churumbel.
Hay silencio en el hogar
y en el corazón también,
cuatro ojos se están mirando
preguntándose el porqué,
después de tanto esperar
ha florecido el clavel.
Iban pasando los años
y perdiéndose la fe
de esperar que retumbara
entre pared y pared
la risa infantil y el llanto
de algún precioso bebé.
Se sucedieron los años
y al cabo del año diez
brotó en el rosal del huerto
un delicioso clavel,
perfumando de alegría
y de lágrimas también
los rostros de la familia
por el milagro de ver
el fruto de las entrañas
el esperado Nahuel.

EL VERDADERO AMIGO

Con el rodar de los años
de a poco fui descubriendo
que yo tenía un Amigo
amante y fiel compañero,
que en mi largo caminar
entre sombras y luceros
no dejó de acompañarme
y de ser mi consejero.
Él mismo se me ofreció,
todavía yo pequeño,
ser mi amigo de por vida
y también mi compañero.
Y no cayó en el vacío
su valiosos ofrecimiento,
porque acepté su amistad
ofrecida con afecto.
En mi espíritu de pobre
congénito y pordiosero,
acepté con gratitud,
tan atractivo proyecto
siendo yo un menesteroso
necesitado de afecto,
no podía rechazar
tan gracioso ofrecimiento.
No sentí nunca su ausencia
y su olvido, mucho menos;
unas veces lo escuchaba
en mi conciencia en silencio,
otras veces en la voz
de algún franco compañero,
o también en la Palabra
de uno y otro Testamento.
En los momentos aciagos
de soledad y de invierno,
cuando sentía que el frío
se infiltraba en mis adentros,
no quedaba a la deriva,
como barca sin remero,
si no que con voz de mando
calmaba el mar y los vientos;
y en mi interior me decía:
“aquí estoy, no tengas miedo”.
Puede parecer que a veces
no me inquiete su silencio
o crea yo que en la popa,
cansado duerme su sueño.
No duerme , sino que vela
cual centinela o sereno
pronto a ofrecer su servicio
este Amigo verdadero.

CANTO DE ESPERANZA

¿Qué hubiera sido de mi
de no haberme Tú llamado
y no haberte yo escuchado
con gozoso frenesí
el impulso que sentí
de iniciar este camino,
siendo joven peregrino
en el andar inexperto
de un tanto borroso e incierto
de llegar a mi destino?
Y cuando miro hacia atrás
el atajo recorrido,
siento el placer de haber sido
en tu séquito uno más
sin que sintiera jamás
dejar de seguir tus huellas,
destellos de luces bellas,
que alumbran el firmamento
de mi oscuro pensamiento
con los fulgores de estrellas.
Hoy discurre muy serena
mi ya larga ancianidad,
donde todo es claridad
sin que lo nuble una pena,
donde todo al fin se ordena
con placentera melodía
a que sea el alma mía
un cántico de alabanza
al Dios de toda esperanza
y al ser de toda armonía.

EL PAN DE VIDA

Entonemos un himno de alabanza
al Pan Vivo bajado de los cielos
que se entrega en comida verdadera
y en bebida de sangre a los sedientos.
Este Pan en la misa consagrado
es fruto del trabajo de los hombres,
fatiga creadora de la tierra
y sudor de la lluvia y de los soles.
Fue trigo que murió en el blando surco
para luego granar en sol de espigas,
que después triturado en el molino
se nos dio como don en blanca harina.
Agua y harina en masa confundidas
para ser nuestro pan de comunión
es emblema de amor en los cristianos
garante sacramento de la unión.
Y este vino sangrante de la uva
por el sol y la tierra sazonada
es la savia jugosa de la vid
que el hombre en sus afanes cosechara.
En el tiempo oportuno del invierno
cuando el hombre podara sus sarmientos,
lloró la vid con lágrimas amargas
sin saber que era bueno el sufrimiento.
El dolor le rindió fruto excelente
y cosecha copiosa y merecida,
pues sabe el viñador que al sacrificio
le siguen la abundancia y la alegría.
El vino procesado por el hombre
y que antes padeciera tantas muertes,
es signo de la sangre del Cordero
que todo lo supera y lo trasciende.
El Pan vivo bajado de los cielos
y la Sangre vertida en el Calvario
son comida y bebida para el hombre
de ayuda celestial necesitado.

ORACIÓN

Por el agua, los bosques y las flores,
las estrellas, el sol y su calor,
vigías de las noches y los días,
te doy gracias, Señor.
Por la pálida luna centinela
de los sueños del hombre soñador,
por el aire vital que nos anima,
te doy gracias, Señor.
Por los hombres creados a tu imagen
que agradecen solícitos tu amor,
en este pobre verso yo te digo,
te doy gracias, Señor.
Por las almas que elevan su plegaria
pidiéndote tu ayuda y tu favor,
por el mundo que marcha descarriado,
te doy gracias, Señor.
Por la sonrisa pura de los niños,
capullo desplegado de una flor,
que alegra de las almas la existencia
te doy gracias, Señor.
Por aquellos enfermos que en paciencia
llevan con fe la cruz de su dolor
siguiendo de Jesús las santas huellas
te doy gracias, Señor.
Por el amor sin límites del Padre
expresado en el Hijo redentor
y en el don del Espíritu Paráclito,
te doy gracias, Señor.
LUCÍA

Bajó del cielo un ángel
de mañanita
alegrando la casa
y la familia,
como un beso del alba
amanecida,
que abre la rosa blanca
a nueva vida
para ofrecer su encanto
al que la mira.
Así vino a llenar
con su sonrisa
el vacío hogareño
una estrellita
que iluminó la casa
con su venida
y le dieron por nombre
el de Lucía.
Frescos son sus encantos
como su días,
su ternura tan suave
como la brisa,
su cariño es el robo
de la familia
y es alegre señuelo
de la abuelita.
El nadar como pez
en agua tibia,
asistir al colegio
todos los días,
practicar la gimnasia
en compañía,
cosas por ella son
muy preferidas.
El ángel de la Guarda
sea tu guía,
te cuide y te proteja
toda la vida
para que siempre ofrezcas
esa sonrisa
a parientes y extraños
y a tus amigas
y luzca entorno tuyo,
cual luz divina,
ese nombre que llevas
el de Lucía.

SÉ FONTANA

No seas fétida alberca
de agua sucia y retenida,
verde reino de los sapos
y otras muchas sabandijas,
inútil para beber,
solitaria y egoísta.
No seas canal abierto
ni tampoco tubería,
que llevan agua en sus cauces
y a destiempo se vacían.
Sé como fresca fontana
de agua pura y cristalina,
donde los hombres apagan
su sed en sus aguas limpias
y en su corriente refrescan
el sudor de sus fatigas.
El agua fluye corriente,
refrescante y cantarina,
es regalo de las flores
que brotan en sus orillas,
de cuya frescura sienten
los besos y la sonrisa.
Es savia para los árboles
que en sus cristales se miran
y baño para las aves
que en las horas de canícula,
es donde apagan su sed
y refrescan sus alitas.
Sé tu fuente generosa
sin exigir regalías;
lo que te dieron de gracia
dalo tú sin cortapisas,
desinteresadamente,
con frescura y alegría.
En el orden de la gracia
Cristo es la fuente de vida,
donde el hombre peregrino
sacia su sed de agua viva,
agua que fluye abundante
y es segura garantía
para los hombres sedientos
que en la tierra peregrinan.

¿A DÓNDE VAMOS?

Este mundo es caballo desbocado,
no sufre riendas ni tampoco frenos,
el hombre que debía sofrenarlo
ha dejado de ser su caballero.
La soberbia congénita del hombre
ídolo memorial con pies de barro
en su insensato y ciego caminar
terminará al final en un fracaso.
La lección de los ángeles rebeldes
y tantas otras que la historia dio,
no lograron servirle de escarmiento,
tan cerril es la humana condición.
Se ha perdido el sentido de la vida,
no hay valores humanos que perder,
porque el hombre hizo de ellos tabla rasa
haciendo de este mundo una Babel.
El hombre al prescindir de su Señor
se hizo esclavo servil de sus pasiones;
tan solo lograría tener paz
si volviera al Señor de los señores.

A MARÍA SANTÍSIMA

Tú eres Madre la aurora que alumbró
y barrió las tinieblas que cubrían
la mente y la conciencia de los hombres
después que Adán cayó de alevosía.
Tú eres Madre del pueblo que en ti espera
sé columna de luz en su camino,
que ilumine su andar entre las sombras
y le aplaque la sed de lo infinito.
Tú eres Madre también la zarza ardiente
inextinguible en el desierto,
de un pueblo que camina hacia su tierra
con angustias, con hambre y desconsuelo.
Tú eres Madre la estrella de Jacob
la misma que el profeta vislumbrara
brillar sobre las tiendas de Israel
protegiendo a su pueblo en la campaña.
La misma que brillara en el Oriente
y descubrieron con sus astrolabios
los hombres que a adorar vinieron luego
al Niño de Belén, los Reyes Magos.
Tú eres Madre la nube solitaria
que anunciara el Profeta en el Carmelo,
portadora del agua salvadora
que apagara la sed de los sedientos.
Tú eres Madre la flor inmaculada,
la gloria y el honor de nuestro pueblo,
refugio maternal de los humanos
que buscan conducir su barco a puerto.
Tú eres Madre la reina de los cielos
donde brillas fulgente como el sol,
Señora universal de cuanto existe,
graciosa y singular obra de Dios.

EL MISIONERO

Misionero cargado de ilusiones
que cerraste el arcón de los recuerdos
y dejaste en la playa tus saludos
el rico porvenir y los recuerdos,
para lanzarte a tierras extranjeras
donde llevar el pan del Evangelio,
no dudes que eres luz de la Palabra,
testimonio veraz y pregonero.
Todo ese acervo de riqueza humana
que dejaste al partir de misionero,
te dejaron pesares llenos de nostalgia
borrados lentamente por el tiempo,
hasta la hora que marcó el reloj,
para hacerte a la mar en el velero.
Los vacíos del alma producidos
por la ausencia, el dolor y los silencios,
poco a poco se fueron rellenando
con el plan concretado de tus sueños.
No hay herida que nunca se restañe,
ni dolor que no afloje con el tiempo,
no los tornen valores para el hombre
que supo superar los contratiempos.
Qué hermosos son tus pasos precursores
de la palabra cálida del Verbo,
que salvando fronteras y cansancios
proclaman del Señor el santo reino,
el mismo que anunciaron los profetas,
el que trajo Jesús el nazareno.
Por todo el mundo resonó la voz
cargada de ilusión del misionero,
llevando a todas partes el mensaje
saturado de amor del Evangelio.
Irrumpió la proclama misionera
en los albores de los tiempos nuevos,
y a través de los siglos y los siglos
el mensaje de Dios se fue extendiendo.
Hombres de fe y auténticos testigos,
de esperanza y de fe en el Evangelio
marcharon más allá de las fronteras,
ungidos del amor que llevan dentro,
a entregar el mensaje de la Vida
a otras naciones y lejanos pueblos.
Desafiaron el calor de los veranos
y el rigor de los fríos del invierno;
ni el hambre ni la sed les arredraron
ni tampoco lo incógnito del riesgo;
porque siempre el amor fue su gran móvil
y la fe, el sostén del misionero.
Paladín de la Fe y de la Palabra,
testigo existencial del Evangelio,
apóstol incansable del Señor,
que siembras las semillas a voleo,
dando gratuitamente lo que tienes,
el tesoro de fe que a ti te dieron.
No esperes recibir, aquí en la tierra,
laurel que se marchita con el tiempo,
porque tienes corona reservada
por siervo bueno y fiel allá en el cielo.



ALEGORÍA

Soy joven regatillo saltarín
nacido en la meseta castellana,
alegre, juguetón y transparente
como agua rumorosa de fontana.
Fui cavando mi lecho lentamente
sin barreras y libre de cadenas,
lamía fugitivo las orillas
y con gracia besaba las arenas.
En las cuerdas de piedra de mi lecho
se escuchaba la voz que ríe y canta
y el tono grave y dulce del barítono
sonaba en la estrechez de una garganta.
Con el rico afluir de otras vertientes
que alimentaron mi caudal primero
fui llegando a la edad de ser arroyo
prosiguiendo mi andar menos ligero.
La carrera del tiempo en su reloj,
las lluvias y los años lentamente
amansaron también mis nobles bríos
frenando el frenesí de mi corriente.
No retuve ambicioso la frescura
de mi río fugaz en campo abierto,
bebieron de mis aguas fecundantes
la tierra fértil y el banal desierto.
Al llegar al final de mi carrera
me acrecieron las lluvias y el rocío,
espero devolver a Quien le debo
el agua de la gracia de mi río.




LA ABUELITA CUMPLE AÑOS

Nació al llegar al umbral
de la alegre primavera,
como brote de un rosal
que el sol acaricia y besa
Jugando pasó su infancia
como otra niña cualquiera,
unos días de paseo
y otros días en la escuela.
Alegre corrió su infancia
también su adolescencia.
Llegaron después los años
de sentar juicio y cabeza,
de proyectar el futuro
conformando una pareja
y formar una familia
en amor y paz serena.
Como el agua bajo el puente
pasaban sus primaveras,
unas vestidas de luto
otras vestidas de fiesta,
siempre mirando a los cielos
donde brillan las estrellas.
Y fue madre cariñosa
y es hoy cariñosa abuela,
trabajadora incansable
y delicada enfermera;
sabe dar una sonrisa
a quien le aqueja una pena,
y hasta verter una lágrima
por quien se despide de ella.
Tal es Mary la hacendosa,
madre, abuela y enfermera,
con los ancianos y enfermos
que a ella se le encomiendan.
Que Dios te bendiga, Mary
en tu fiesta cumpleañera
con muchos alegres años
y te premia con largueza
los servicios que prodigas
con tus frescas primaveras.

FUTURO INCIERTO

Se angustia el corazón y sufre el alma
enlutados llorando de tristeza
al ver la gravedad y el desenfreno
que rondan por doquier en el planeta
dejando presentir futuro incierto
del horrible final de una tragedia,
donde todos tendrán la de perder
y nadie ganará en la contienda.
El hombre ha roto el amoroso lazo
que le ligaba a Dios en su existencia,
prefirió no frenar su loco instinto
ni doblar la altivez de su soberbia,
cayendo así en la triste noche
reinado del vacío y la ceguera,.
Rotos los lazos de la fe divina
y librado a sus propias apetencias,
las aguas turbulentas del terror,
del odio, la venganza y violencia,
sentaron sus reales en un mundo
que galopa sin frenos y sin riendas,
como corcel brioso y desbocado
cuya furia tendrá su muerte cierta.
Nadie escucha las voces de los sabios
ni tampoco la voz de la conciencia,
prescindieron de Dios los gobernantes,
lo ignoraron también las asambleas,
lo negaron las leyes de los pueblos
y lo echaron también de las escuelas.
Por eso, ya no alcanzan los agentes
que aseguran la paz en las contiendas;
las cárceles se llenan de reclusos,
las leyes, además, son letra muerta,
hoy delinquen los niños y los grandes,
la familia insegura se amedrenta
sopla en la sociedad el viento helado
de la inseguridad que nos gobierna.
Los estados así desorientados
no encuentran solución a sus problemas,
porque el hombre está hecho para Dios
y errará su final si de Él se aleja.

DIÓGENES Y EL DINERO

Diógenes, el ateniense,
ciudadano del tonel,
enemigo del dinero,
de las guerras sin cuartel,
amigo del sol radiante,
de la ciencia y el saber,
el mismo que recorría
alumbrado de un quinqué,
las calles de la ciudad
buscando un hombre de ley,
salió una buena mañana
las calles a recorrer.
Su manto pobre y raído
denunciaba dejadez,
cosa que no le importaba
aunque se mofaran de él,
pues tenía acollarada
la vanidad a sus pies.
Al pasar frente a la puerta
del palacio de un burgués,
el dueño que en ese instante
abrió las puerta cancel,
al verlo pasar le habló
muy mesurado y cortés:
-“Permítame, señor Diógenes,
tener el gusto y placer
de ofrecerle unas monedas
para que pueda comer
esta semana y la otra
y la siguiente también.”
-“¿Quién me puede asegurar
que mañana viviré?”
respondió el pobre filósofo
al generoso burgués.
Y siguiendo su camino
con cinismo y altivez
a su rústica morada
a tomar el sol se fue.

FEDERICO VARGAS

Es saludable escuchar
cualquier solidario ejemplo,
venga de donde viniere,
porque es refrescante aliento
para un alma deprimida
con sus crespones de duelo
por no hallar en tanta muerte
a su dolor el consuelo.
Sufre el campo la sequía,
llora el monte por el fuego,
lamenta su triste suerte
de su mal el estanciero
al contemplar en su campo
tantos animales muertos. .
Se queja la sociedad
y se queja el mundo entero
por la ausencia de valores
acallados y en silencio,
por este alud desastroso
que infunde pavor y miedo.
Por eso es reconfortante,
y me place aquí traerlo,
este caso que admiró
por lo extraño a todo un pueblo.
Federico es un infante
de diez años más o menos;
nació en humilde familia
honrada y honesta en serlo,
que vive de su trabajo
sin ambiciones y proyectos.
Con su propia iniciativa
de tener calzado nuevo,
se puso el niño a vender
por las calles de su pueblo
a vecinos y turistas
unos serranos llaveros.
El caso de ser serrano
y además, niño despierto,
le ganó la simpatía
de la gente de su pueblo
y también el corazón
de los mismos forasteros,
que le compraban gustosos
los elegantes llaveros.
Con tan buena clientela
Consiguió en muy poco tiempo
obtener sin gran trabajo
sus soñados ochenta pesos
y con ellos concretar
su tan esperado sueño
de comprar las zapatillas
las de último modelo.
Reflexionando pensó
allá, para sus adentros,
cómo poder compartir,
con los otros su dinero.
Y la estrella que alumbró
en su corazón de cielo,
un vivo lampo de luz
ese noble pensamiento,
lo condujo a traducirlo
en un solidario encuentro.
Y seguro y generoso,
con paso firme y resuelto,
cambió su primer propósito
por otro ideal más serio;
y entrando en un almacén
le compró al almacenero
por el valor de su ahorro
chocolate y caramelos.
Llevando su dulce carga
salió el niño muy contento,
camino a las serranías
donde estaban los bomberos
voluntarios sudorosos
batallando contra el fuego,
que algún pirómano loco
prendiera en campos ajenos.
Allí llegó Federico
y solidario con ellos,
repartía sonriente
las sabrosos caramelos.
Ante acto tan solidario
y maravilloso ejemplo
nos hablan de los valores
que aun viven en nuestros pueblos,
y que la fe y el amor
por gracia de Dios no han muerto.

LAS CUATRO ESTACIONES

I.- LA PRIMAVERA

Atrás quedó el invierno triste y frío
envuelto en su ropaje ceniciento,
dejando paso a la alegre primavera
de ilusiones trayendo un cargamento.
Viene vestida de colores pintos
sentada como reina en su carreta,
tirada por corceles celestiales,
fantasía genial de una paleta.
Se abren las flores a la luz del sol
y ensayan su primera melodía
los pájaros cantores a la aurora
preanunciando una nueva sinfonía.
Abre el joven las puertas de su mente
al sol primaveral de la ilusión
se llena con su loca fantasía
el rápido latir del corazón.

II.- VERANO

Llega febril el fuego de los días
que dora de los campos los trigales,
y el arroyo comienza a murmurar
al quebrarse sus líquidos cristales.
Las cálidas horas del estío
acallarán los ruidos en la siesta,
silenciarán los pájaros sus trinos
y el hombre, los saraos de la fiesta.
Sólo la nota gris de la chicharra
brotada de sus élitos plateados,
llora el aire, y el viento en sus cavernas
recoge sus vestidos desgarrados.
La juventud, “verano restallante”,
almacena en su entraña la energía
que brota de sus venas como fuente
en cascada de luz y de alegría.

III.- OTOÑO

Las frondas de los árboles se visten
de vistosos y múltiples colores,
cual si fueran a dar la despedida
a la dura estación de los calores.
Corruscantes racimos nos regala
en la sombra y frescor de sus parrales
y las mieles de frutos sazonados
de valientes y pródigos frutales.
Tibio el aire en el mudo atardecer,
el sol cansino a dormitar se va
y déjanos en noche al apagarse
esa luz que mañana volverá.
Otoño de la vida tierra fértil
del hombre que cultiva sus talentos
dejándonos los frutos de sus obras,
regalo de sus nobles pensamientos.

IV.- INVIERNO

Desnudos de ropaje y esqueléticos,
los árboles elevan suplicantes
su doliente plegaria a las alturas
por que escuchen sus voces querellantes.
Se acallaron los cantos de las aves,
llora la noche por el frío viento,
el arroyo murmura sus endechas
y triste sueña el mismo pensamiento.
La hierba del jardín por falta de agua,
por el frío y la helada perdió la vida
y la naturaleza pareciera
que ha quedado al final amortecida.
Llega el invierno para el ser humano
y la edad que le frena el caminar,
si la vida prolonga su existencia
tendrá tiempo en volver a comenzar.

TEÓCRITO, EL CALVO

Fue Teócrito el heleno
a más de calvo, poeta,
gustaba filosofar
de la playa en las arenas,
lugar muy propio, en verdad,
a la reflexión serena
y ordenar pacientemente
el fluir de las ideas.
Inquieto por su destino
fue en busca de buena estrella
a consultar la sibila
en Endor, la consejera,
la pitonisa observó
en la noche las estrellas,
de tarde, el rumbo de gansos
en formación geométrica
y de noche los graznidos
de las aves agoreras.
Con la suma de estos signos
elaboró la sentencia:
- “Tu vida fulminará
de lo alto una centella.”
Un águila que tenía
su nido en las altas peñas
alimentaba sus crías
de muy graciosa manera
cuando su vista aquilina
divisaba alguna presa,
plegaba sus negras alas
y rauda como una flecha
para alcanzar su objetivo
se lanzaba contra ella;
pero la lenta tortuga
en su duro escudo envuelta ,
su comida favorita,
por ser la más suculenta.
Con sus garras afiladas
punzantes garfios de veras
la llevaba a las alturas,
como trofeo de guerra,
y calculando el lugar
donde su caso se abriera,
victoriosa la soltaba
para que al golpe muriera.
Resultó que una mañana
de brisa apacible y fresca,
salió el poeta a la playa
a refrescar sus ideas
paseando por la orilla
de las húmedas arenas.
Y salió el águila luego,
majestuosa y serena
a buscar también tortuga
para sus crías hambrientas.
Y al hallar una en la playa
Le clavó sus agujetas
y elevándola a lo alto
la soltó, de tal manera,
que en lugar de hacerse añicos
en la fría y dura piedra,
vino a caer en la calva
de Teócrito, el poeta.

CANTO DE AGRADECIMEINTO
(con motivo de mis “Bodas de Diamante” religiosas)

Señor, son quince lustros caminando
al abrigo seguro de tus alas
y llevando mi yugo en tu servicio
que cargué libremente a mis espaldas,
en el día feliz que comencé
a servirte de joven en tu casa.
Por eso, quiero darte, mi Señor,
en el día de hoy mi acción de gracias
y cantar para ti en estos versos
con mi voz temblorosa y destemplada
un cántico de amor y de alegría
que brote desde el fondo de mi alma.
Bendito seas Tú, Padre amoroso,
por concertar conmigo la alianza
que suscribí de joven en el tiempo
de fecha inolvidable y lejana.
Por tu fidelidad no desmentida
y tu solicitud asegurada,
por tu tierno cariño paternal
y el don imponderable de tu gracia
que me invitó a seguir en pos de ti,
abrazándome a la vida consagrada,
en este ocaso de mi andar cansino
de corazón te digo, muchas gracias.
Soy débil árbol en tu campo fértil,
necesitado de calor y de agua,
pues sin ellos mi planta moriría
como cirio humeante que se apaga.
Bendito seas Tú, por esta vida
ya bastante longeva y que se alarga,
pero que está al abrigo de tu manto,
mas no ajeno a las bregas y batallas
ni a experiencias alegres o dolientes:
concierto musical en pentagrama.
Bendito y alabado seas Tú,
mi Señor y mi Dios de toda gracia,
por el don generoso de mi vida
ungida por el crisma y por el agua
para llevar tu nombre a mis hermanos
y ser testigo fiel de tu Palabra.
Bendito y alabado seas Tú,
que todo lo creaste de la nada
Jesucristo, Señor de los señores,
Luz de luz y del Padre la Palabra.
Tú bajaste del cielo a ser historia
para ser uno más de nuestra raza,
liberarnos de culpa y de pecado
en el santo misterio de tu Pascua.
Alábente los pueblos de la tierra
lo mismo que los ángeles te alaban;
pues somos los deudores de tu amor
que nos deja en la mudez y sin palabras.
Bendito y alabado seas Tú,
Espíritu de Amor, huésped del alma,
refrigerio y consuelo en mis tristezas,
abogado de mi alma que a Ti clama,
con ruegos fervorosos y exultantes
y gemidos de mística plegaria.
Si hay algo bueno en mí, Tú lo acreditas,
pues son tuyos los dones de mi alma,
el amor que me mueve a ser mejor
concede al corazón serena calma
y da en la tempestad serenidad
y suave placidez en la bonanza.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
en las noches sin luz y en las mañanas,
que salpican la tela de mi vida
con sus luces, sus sombras y sus lágrimas.
A Dios Trino, Señor, y providente
que da vida a los cuerpos y a las almas,
elevo este mi salmo agradecido,
como ofrenda filial ante tus plantas.
Y a María, la Reina de los cielos
virgen de Nazaret, inmaculada.
Estrella precursora de la Vida,
que nos diste al Señor que se esperaba,
te ruego no te olvides del favor
que a diario te pido en mis plegarias.

LOS SUEÑOS Y LOS RECUERDOS

Como vacuos centinelas
los sueños velan mi sueño,
me llevan a pasear
por campos selvas y cerros,
por calles desconocidas
de ciudades y pueblos,
dando clase a los alumnos
en las aulas de un colegio
en compañía de Hermanos
fallecidos hace tiempo.
No hay noche que yo no tenga
estos tan extraños sueños
que dormido o inconsciente
me hacen girar en el lecho,
dejándome no sé cómo
dormido del lado izquierdo,
que sé por propia experiencia
ser motivo de mis sueños.
Cuando sin saber por qué
me desvelo y despierto,
veo que estas fantasías
duran muy pocos momentos
como densa y breve niebla
que el sol va desvaneciendo.
Así vienen y se van
de la vida los recuerdos,
los recoge la memoria
según se van sucediendo
hasta que de a poco a poco
la tiranía del tiempo
los va archivando en la noche
tenebrosa del silencio.

CUANDO ANOCHECIÓ

En el atardecer de mi existencia
las sombras avanzaron lentamente,
mensajeras molestas sin retorno
precursoras de cruz de este invidente.
Consultas y remedios no lograron
desvanecer las sombras ni las nieblas,
la técnica y la ciencia no pudieron
impedir que llegaran las tinieblas.
Llegó la noche, me envolvió en su manto
y en el túnel del tiempo me instaló;
empuñando mi blanco lazarillo
a sacarme de apuros me enseñó.
La vida para mi no es dura carga
mi envidio la visión de los demás,
me basta con los visto en el pasado
para vivir el hoy, en dulce paz.
Muy serena transcurre mi existencia
forjada en el trabajo y la oración,
la comparto también con mis hermanos
unidos de la fe en comunión.
Cristo es el centro de mi larga vida
y el don de mi vivir espiritual,
lo mismo que fue ayer, será mañana
y lo será también hasta el final.

PARA EL RECUERDO

Ojos serenos y sonrisa amable
derraman en su entorno y por doquier
el amor que los niños recibieron
de María Cristina Moliner.
Maestra y directora jardinera,
educadora de estelar perfil
consiguió concitar las voluntades
y el quehacer de su elenco juvenil.
Compartir la evangélica Palabra
y el alegre momento del recreo
era una brisa fresca para todos
aunque fuera un zumbar de parloteo.
Su impronta espiritual quedó en el grupo
de joviales maestras jardineras,
carisma que conservan y alimentan
con su joven florón de primaveras.
La Sagrada Familia te proteja,
bendiga tu camino y tu quehacer,
y el Hno. Gabriel sea el lucero
que ilumine a María Moliner.

DE LA SOMBRA A LA LUZ

Cuando todo parezca ensombrecer
y ocultar a tus pasos el camino
para hundirte en la noche de tinieblas
no temas, el Señor está contigo.
No te cause extrañeza que en la noche
escuches el ladrar de la jauría.
mantén firme tu fe y tu esperanza
y tendrás la corona de la vida.
Si los lobos te aúllan al pasar,
caballero en corcel de noble raza,
no prestes atención a sus aullidos
que lo hacen nada más, porque cabalgas.
Si te hieren la baja ingratitud
y su hermana la triste indiferencia
cancela en el arcón esas memorias
y ármate del amor y la paciencia.
Si te encuentras desnudo de embriagueces
o en noches oscuras y quebradas,
no decaiga tu espíritu cristiano
que el sol alumbrará por la mañana.
Si te parece estar en soledad,
como una ostra en la arenosa playa,
recuerda que el Señor está contigo
y es un Padre amoroso que te abraza.
Si el punzante dolor llama a tu puerta
y se instala en tu cuerpo como huésped,
recuerda que Jesús en el calvario
fue el mártir del dolor y de la muerte.

ANTE EL AÑO QUE SE VA

Un año más que se cierra,
me parece que se va
a vivir el más allá
en la prometida tierra.
Un año más que se fue,
y uno menos por vivir,
del incierto porvenir
a nada temo y nada sé.
Los recuerdos del pasado
los archivé en el desván
donde permanecerán
por tiempo indeterminado.
El futuro es para mí
motivo de dulce espera
pues sin fe, yo no tuviera
lo que siempre pretendí.
La paz y serenidad
que adornan mi larga vida
son corona recibida
en esta mi ancianidad.

LA SONRISA DE UN ENFERMO

En nuestro breve vivir
lleno de afanes y fiestas
no hay hombre que no reciba
alguna extraña sorpresa,
pues la vida de los hombres
está de sorpresas llena.
Tal el caso de don Zoilo
soltero, y sin más herencia
que un gran amor al trabajo
y honradez a toda prueba.
No encontrando en su ciudad
trabajo a su apetencia,
decidió buscar labor
en una próxima aldea,
no tardando en encontrarlo
en una moderna empresa.
Cumpliendo con el horario
que la empresa le exigiera,
acudía el buen obrero
en su diaria tarea
con una puntualidad
de monacal asistencia.
Reconoció su patrón
el trabajo y la eficiencia
del laborioso don Zoilo,
dándole por recompensa
un aumento en su salario
y una confianza plena.
Cuando caía la tarde
terminada su faena
y caminando a su casa
al pasar frente a la iglesia,
entrábase a visitar
al Rey de cielos y tierra,
y de pie y humildemente,
como quien saluda y ruega,
elevaba su plegaria
de la siguiente manera:
“- Jesús, Zoilo te visita
cuando son las seis y media.”
Y así pasaban los días
fuera invierno o primavera,
ya verano, ya otoño,
fuera la estación que fuera.
Admirado el sacerdote
que regía aquella iglesia,
se le acercó al buen don Zoilo,
preguntándole quien era
y qué razón lo impulsaba
venir a la hora aquella.
Mirando sereno al cura
le dio por simple respuesta
la frase que más arriba
en encomillado queda.
Nadie ignora que en la vida
del hombre sobre la tierra
hay dolor y enfermedad
y a la muerte está sujeta
desde el principio del mundo
por culpa de Adán y Eva.
Iban pasando los días
y se notaba la ausencia
de don Zoilo en el trabajo
y su visita a la iglesia.
Llegó a oídos del buen cura
la grave y triste sorpresa
de que el buen don Zoilo,
el de la vida soltera
estaba hospitalizado
con nuevas pocas halagüeñas
en un centro de la urbe
donde don Zoilo naciera.
El sacerdote marchó,
en su función misionera,
a visitar al enfermo
y darle con su presencia
alivio con la palabra,
ánimo para sus fuerzas
y consuelo en aceptar
aquello que sucediera.
Habló al cura del enfermo
la religiosa enfermera,
de cómo el hombre vivía
sereno en paz y sin quejas,
con la sonrisa en sus labios,
como si mal no tuviera
a pesar de que el dolor
iba minando sus fuerzas.
Preguntó el cura a don Zoilo
por la sonrisa serena
que en su enfermedad tenía,
y recibió esta respuesta:
“- El buen Jesús siempre amable
sonriente y a mi vera,
al oído me susurra
un plagio de mi cosecha:
“Zoilo, Jesús te visita
cuando son las seis y media.”

DÍA DE DESIERTO

Seis días de retiro
en el silencio
solemne y monacal
de un monasterio
estuvieron cortados
con marca y sello
por un día de ayuno
y de desierto.
No todo ejercitante
consiguió hacerlo
por más que lo pidiera
su buen deseo,
que el fardo de los años
se traen su peso
y los achaques son
impedimentos
que traban concretar
todo buen sueño.
La mitad del rebaño,
en más o menos,
salió muy de mañana
de pastoreo
con su hatillo a la espalda
como un romero,
a templar el espíritu
en campo abierto.
El resto del rebaño
no pudo hacerlo,
por los graves motivos
arriba expuestos,
quedando de guardianes
en el convento
esperando retornen
los compañeros,
al caer de la tarde
en este enero.
Cuando tiende la noche
su manto negro
unidos otra vez
sanos y enfermos
elevamos a Dios
en nuestros ruegos,
alabanzas y salmos
al Dios del cielo
cerrando de este modo,
día y desierto.

AMA A DIOS Y AL HOMBRE

Concéntrate con Dios en la plegaria
y conversa con El como un amigo
y en esta entrevista solitaria
escucharás a Dios hablar contigo.
Profundo es el misterio que atesora
el alma de los hombres rescatada
es canto de ultratumba que se ignora
y un arca de secretos clausurada.
No juzgues a tu hermano si no quieres
errar por presumido y temerario,
que es bueno ser prudente si prefieres
ser guardián de la paz en relicario.
Medita del Señor su mano abierta
pródiga de un amor ilimitado,
solo espera de ti le abras la puerta
por contigo vivir enamorado.
Y ese Dios que te pide hospedaje
tiene rostro de pobre y es tu hermano
y aunque venga rotoso o de traje
ofrécele tu amor como cristiano.

SANTIDAD

Santidad, blanca transparencia de alma
que trasciende en la voz clara y serena,
como brota de un suelo bendecido
la gracia y el candor de una azucena.
Santidad, alma pura y transparente
que surge clara y fresca de la entraña
profunda y generosa del espíritu,
como fuente a los pies de una montaña.
Santidad, es limpieza de alma y cuerpo
somática y anímica blancura,
expresión armoniosa de una vida
llena de amor y angelical ternura.
Santidad, es tener sabiduría
cual lámpara de luz que alumbrará
tu camino en las noches de la vida,
peregrino que busca el más allá.
Santidad, es vivir en plenitud
el amor al Señor y a nuestro hermano,
mandamiento primero de la ley
que abraza en ti a todo a ser humano.
No busques encontrar la santidad
e empresas gigantes y grandiosas,
porque está en lo sencillo y cotidiano
haciendo con amor todas las cosas.


LEYENDA
PRIORIZAR LOS VALORES

Si es verdad o no, lector,
lo que digo en estos versos
lo juzgarás por ti miso
al terminar de leerlos.
Saturnino no sabía
de descanso ni recreos,
no le alcanzaban las horas
en su trabajo campero
por tener en su familia
comodidad y dinero;
por más que su buena esposa
y sus tres vástagos tiernos
le rogaran compartiera
su tiempo y charla con ellos.
Salía muy de mañana
cuando estaba amaneciendo,
sin saludar a sus hijos
y a su esposa darle un beso,
enfrascado como estaba
en su voraz pensamiento,
olvidándose, a la vez,
de su deber hogareño.
Cuando marcaba el reloj
ser la hora del almuerzo
dejaba de trabajar
y envuelto en su pensamiento,
volvía a casa a comer
y a descansar un momento,
para volver enseguida
decidido y en silencio
a su labor rutinaria
como cualquier jornalero.
Cuando se ocultaba el sol
y la noche iba cayendo,
volvía don Saturnino
cansado y a paso lento
a respirar en su casa
afecto, paz y sosiego.
Después de la breve cena
preparada con esmero
por su hacendosa mujer,
con afán de contenerlo
para hablar de la familia,
de los hijos y el colegio,
se le alzaba Saturnino
a descansar en el hecho.
Y así un día y otro día
el monótono proyecto,
su mujer sola en su hogar
y los niños al colegio,
el hombre siempre en el campo
rumiando su pensamiento
sombrío por la avaricia
de acumular más dinero.
La familia semejaba
un batel sin batelero,
que bregaba a la deriva
por falta de timonero.
Una noche que el buen hombre
dormía su profundo sueño
sintió presión en sus ojos
como si dos suaves dedos
de una mano angelical
se posaran sobre ellos.
Mas al despertar el alba
y dejar el blando lecho
prendió la luz para saber
lo que hubiera sido aquello,
fue terrible su sorpresa
al reconocerse ciego.
Lloró su gran desventura
y cerrándose en el duelo
por la trágica desgracia
de saberse en noche envuelto.
No obstante, la reflexión,
de su esposa los consuelos,
de sus hijos el cariño
y sus cristianos recuerdos,
le llevaron a creer
en los valores domésticos.
Así pasaban los días,
las estaciones y el tiempo
y Saturnino en su casa
hacendoso y siempre quieto,
hacía lo que podía
y meditaba en silencio.
Aconteció que una noche
estando en profundo sueño,
sintió como si una mano
apoyara con su dedo
el corazón de aquel hombre
en las tinieblas envuelto.
Al levantarse a la aurora
dejando su tibio lecho,
sintió al abrir la ventana
el beso de un aire fresco;
viendo, para su sorpresa,
con sus mismos ojos negros,
los colores de la aurora
con sus rayos y destellos,
los árboles y las aves
y el verdor del campo abierto
que el ángel al apoyarle
el corazón con el dedo,
la vista devolvió
y alumbró su pensamiento.
¡Cuántos son los que se afanan
por acumular dinero
que han de dejar al morir
para otros herederos,
no dando tregua al trabajo
ni al alma el esparcimiento
que necesita tener
para continuar viviendo!
No quieras, lector amigo,
que te engañen los señuelos
que nublan el horizonte
con sus bienes lisonjeros,
y te impiden trascender
más allá de los luceros.

LOS LUCEROS NO SE APAGAN

La noche con su tul de estrellas tachonado,
luciérnagas prendidas en el oscuro cielo,
cierran las celosías de mis cansados ojos
metiéndome en un mundo fantástico de sueños.
El agua de mi cántaro serena y cristalina,
espejo que los años a su paso bruñeron,
reflejan su cristal y brillo titilante,
lenguaje con que me habla en mudo parpadeo.
En hora muy temprana en la última vigilia,
estando todavía brillando los luceros
se rasgan los cendales que cubren mis dos ojos,
despierto por querer mirar lo que no puedo,
mas guardo en mi interior el agua transparente
y en ella siempre están brillando los luceros.


EL SIGLO DEL AGUA

Agua pura brotada de la roca
granítica y andante del desierto
compañera fontana refrescante
que saciaba la sed de todo un pueblo,
fuiste emblema profético de Cristo,
fresco signo del pozo jacobeo,
ofrenda viva a la samiratana,
hontanar para el hombre que en su seno
brotará palpitante y saciará
su proclive tendencia hacia lo eterno.
Agua limpia que llena las tinajas
por orden perentoria del Maestro
cambió su mismo ser por otra esencia
alegrando el festín con vino nuevo.
El agua es don y gracia del Señor
que el hombre ha de cuidar con gran respeto,
porque es vida y salud de todo el mundo
y limpia toda mancha del alma y cuerpo.
Dios nos libre del agua turbulenta
del odio, del rencor y los entuertos
de la calumnia vil y mentirosa
como voz falaz que lleva el viento,
penetra en las vidas de la gente
y se pierde en el aire y en el tiempo.
Dios nos libre del agua de la envidia
que roe con rencor las sentimientos,
dejando en pos de sí negros jirones
de lo que fuera ayer azul del cielo.
Dios nos libre del agua putrefacta
de la alberca verdosa de un estero,
reino de cuanto sapo y sabandija
se mueve en este líquido elemento.
Al agua bautismal purificante
que lavó el pecado primigenio,
bendigo por el bien que derramó
el día que ingresé en el bautisterio.
El agua crismal que abrió la puerta
para poder entrar al nuevo reino,
limpio de toda culpa por la gracia
divina y carismal del sacramento;
necesario ritual de mi bautismo,
que me hizo feligrés de un nuevo pueblo,
yo te bendigo y agradezco a Dios
que por ti quiso fuera sacramento.

TORMENTA NOCTURNA

Sueño que te vas de mi
cuando son las dos y media,
el silencio está durmiendo
y alumbrando las estrellas,
¿por qué tan pronto te vas
dejándome el alma en vela?
Este mi breve dormir
no es de ocasión pasajera,
es hábito permanente
ya lo quiera o no lo quiera
como campana monjil
que a las dos y media suena.
Aconteció una mañana
de la estación veraniega,
que el reloj que llevo dentro
de mi ya anciana cabeza,
sintió el aullar de los perros
no sé si a la luna llena
o si su instinto anunciaba
una próxima tormenta.
Se sintió venir de pronto
en la noche veraniega,
lejanos rezongos graves,
precursores de una guerra
que en llegar no tardaría
para envolvernos en ella.
Y así; porque de pronto,
se alumbraron las tinieblas
los rayos zigzagueantes,
que, como encendidas flechas
en un juego de artificios,
iluminaron la escena.
El rodar estrepitoso
de los carros y carretas
tirados por los corceles
de iluminadas melenas,
ensordecía el ambiente
quebrando la paz serena
y el sueño reparador
del que al descanso se entrega.
Enmudecieron los perros
al ruido de la tormenta,
el agua caía a cántaros,
todo era ruido y centellas
y yo en milecho escuchando
el paso de la tormenta,
desgranaba mi rosario
pasando cuenta tras cuenta.
La tormenta se fue yendo
rezongando, de manera
que poco a poco dejaron
de oírse sus tristes quejas,
hasta que se fue a dormir
a su rocosa caverna.

DIOS AYUDA

La secular construcción
del sólido monasterio
se alzaba en un altozano
desafiando los vientos,
la furia de las tormentas
y los fuertes aguaceros,
porque su gran estructura,
como castillo roquero,
era de piedra sillar
resistente a todos ellos.
Encerraban las paredes
del encuadrado convento,
unos vistosos jardines
con un ciprés en el medio,
verde flecha hecha plegaria
dirigido al alto cielo.
Una interior galería
cerrada a los cuatro vientos
daba a aquel claustro la nota
de un clima grave y sereno.
En su estucada pared,
pintados de trecho en trecho,
se podían contemplar
y meditar en silencio
los pasos del Vía crucis
de Jesús el nazareno.
Aconteció que un buen día,
cuando estaba atardeciendo,
un grave y santo varón,
monje de aquel monasterio,
inició su vía crucis,
como acostumbraba a hacerlo,
cargando pesada cruz
y marchando a paso lento
recorría aquel calvario
para imitar al Maestro.
Al llegar a la estación
donde cargó el cireneo,
con la cruz de Jesucristo
para aliviarle del peso,
notó de pronto la ausencia
del peso de su madero.
Y volviéndose hacia atrás
vió que un hombre sonriendo,
con manos y pies llagados
le hablaba con dulce acento:
“Tú, me llevaste la cruz
ahora yo te la llevo.”

UNA MADRE CRISTIANA

Hay grandes gestos humanos
dignos de ponderación,
pero hay otros tan cristianos
que elevan el corazón.
Tal el caso conocido
de una madre mendocina
cuyo hijo fue agredido
por una mano asesina.
La ira de este borracho
desenfrenado y sin fe,
quitó la vida al muchacho
¡vaya usted a saber por qué!
La justicia le aplicó
Muchos años de presidio
y en la cárcel ingresó
para expiar su homicidio.
Ante la atenta mirada
de los jueces y la audiencia,
aquella madre cargada
de dolor y de indulgencia
se levantó del sillón
y yendo hacia el victimario
le dio, en señal de perdón,
un bendecido rosario.
Al escuchar los perdones
de la madre dolorida,
rodaron dos lagrimones
por la faz del homicida.
Le dio un abrazo cristiano;
y en la sala se escuchó:
“Que Dios te perdone, hermano,
como te perdono yo.”

EJEMPLO HISTÓRICO

Hombre bueno y responsable,
el constructor don José,
jefe de un hogar modelo
y cristiano sin doblez,
se le podía confiar
y encargar no importa qué
aquella feliz empresa
pidiera o quisiera hacer,
pues nadie ponía en duda
su talento y su honradez.
La tiranía del tiempo,
que avasalla con lo que es,
como verdugo inclemente
ejecutor de la ley,
lo obligó a pedir retiro
y su tienda recoger.
Comunicó a su empresario
la novedad de por qué
dejaba de trabajar,
cuando todo iba tan bien.
“Hace cuarenta años hoy
que en su empresa me inicié,
empresa que mucho estimo
y que siempre la querré;
pero me debo a mi hogar
y a mi cansancio también,
porque los dos me requieren
y a los dos debo atender.”
Agradeció al empresario
la confianza y la fe
que en sus años de trabajo
todos pusieron en él.
Ponderó el buen empresario
las razones de José,
pero antes quiso pedirle
por gracia y última vez,
que construyera en un lote
un confortable chalet.
No se negó el constructor,
como era costumbre en él
y comenzó de inmediato
sin demora y por deber,
a dar principio a la casa
que el patrón quería ver
terminada lo más pronto
que aquello pudiera ser.
Al final de siete meses
la casa acabada fue,
elegante y confortable
con todas las de la ley.
Cuando el patrón llegó
a visitar el chalet,
lo recibió sonriente
el constructor don José
muy feliz de haber cumplido
con lo pedido por él.
Pero, el patrón, llave en mano
sonriéndole a su vez
se la entregó muy amable
diciéndole muy cortés:
“Honesto y honrado amigo
esta llave es para usted.”

ROCA O ESPONJA

Resistente la roca en la escollera
quebrantaba la furia de las aguas
aunque envuelta por ellas en su manto
no ingresaron jamás en sus entrañas
impermeable al beso y a los golpes,
su granítica piel los desechaba,
y un día y otro día impasible
vencía al oleaje en la batalla.
Si partiera la roca el duro hierro
encontrarías secas sus entrañas,
lo mismo suele suceder al hombre
que resiste el impulso de la gracia.
Sé tú como la esponja que en el mar
Se deja penetrar de agua salada,
así el amor de Dios, mar infinito,
inundará de luz tu cuerpo y alma.

DOLOR HECHO PERLA

En sus valvas clausuradas
durmiendo profunda siesta,
estaba la joven ostra
descansando en las arenas
del profundo mar azul
de su porvenir ajena.
Al despertar de su sueño
quebrado por la tormenta
profunda y recia del mar,
como digestión mal hecha,
sin saber lo que pasaba,
curiosa como cualquiera,
abrió sus dos grises tapas
para ver la furia aquella;
cuando de pronto ingresó
en su limpia casa abierta,
junto con el agua turbia
un tosco grano de arena.
Cerró de pronto sus valvas,
pero sintió la molestia
de un huésped intruso y duro
hiriendo su piel morena.
No pudiendo liberarse
del convidado de piedra,
determinó acariciarlo
y envolverlo con la seda
secretada de su cuerpo,
procediendo de manera,
que transformó poco a poco
el grano en preciosa perla,.
No sueñes, lector amigo,
con una vida sin penas,
ni de ser feliz en pleno
en esta breve existencia;
porque la vida del hombre
sembrada está de problemas,
lo mismo que los colores
del pintor en la paleta.
A lo largo de la vida
golpearán en tu puerta,
sin previo aviso ni cita,
inquilinos que se llegan
a incomodar tu reposo
y a romper tu paz serena.
Y estos inquilinos son
los dolores y las penas
y un muy variado despliegue
de enfermedades que aquejan,
y a las que nadie es ajeno
por propia naturaleza.
Cuando estos huéspedes lleguen
en visita que no quieras,
recíbelos como un don
y ármate de gran paciencia.
Tu dolor sea plegaria
y sea cristiana ofrenda,
envuélvelos en amor
que el amor es vida plena,
y virtud teologal
que cambia en oro la piedra.

DIOS MÍO,” POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?”

Clara se oyó la voz hecha lamento,
de Jesús en la cruz abandonado
duro y frío puñal que rasga el viento,
porque siente creer, por un momento
que su plan salvador ha fracasado.
Al cargar sobre sí todos los males,
como el agua a la mar transporta el río,
llevó Jesús de todos los mortales,
la desnudez de gozos celestiales,
y el espanto de hundirse en el vacío.
¿Quién podrá penetrar en el hondón
del misterio insondable de Jesús,
sondear el motivo y la razón,
sentir el palpitar del corazón,
del Hombre-Dios que se inmoló en la cruz?
Sólo cabe pensar en el amor,
misterioso, profundo e infinito,
no intentes encontrar en el Señor
solución al misterio redentor
que trasciende el mural de lo finito.
De pie, junto a la cruz desconsolada,
llora la Madre en pie su soledad,
de dolor tiene el alma traspasada,
por la doliente y profética espada,
de la humana y la bárbara maldad.



A TI QUE SUFRES

Abrázate a la cruz, fiel compañía
que vino a visitarte sin aviso
entrándose en tu cántaro de barro
sin pedir hospedaje y sin permiso.
Recíbela con fe como una amiga
que viene a liberarte de verdad,
cual si fuera un galeno sanador
del lastre que dejó la enfermedad.
Abrázate a la cruz en la esperanza
de que ella sea luz en tu camino,
como estrella Polar que al navegante
le señala su rumbo y su destino.
Abrázate a la cruz como María
roca firme de fe en su soledad,
ruégale, como madre dolorosa,
fortalezca tu fe y tu voluntad.
Y mira sobre todo a Jesucristo,
pendiente de la cruz y traspasado
hontanar de consuelo y esperanza
del que sufre y se siente abandonado.

DOS SALUDABLES HUESPEDES

Es hora de despertar
y dejar el blando lecho,
apuntando está la aurora
con la yema de sus dedos,
cerradas ya las estrellas
en el alto firmamento,
solamente brilla en él
del alba rosa el lucero.
Abre la ventana al día
para que entre el aire fresco
y tu habitación reciba
del amanecer sus besos,
con la sinfonía legre
de calandrias y jilgueros.
La frescura de la brisa
refresque tus pensamientos,
borre de tu corazón
cualquier extraño deseo
y en el desván del olvido
guarde los malos recuerdos.
Así podrás caminar
con aire nuevo y sereno
los días que Dios alargue
de tu vida de romero.
Deja abierta la ventana
de tu cuarto algo revuelto
para que brille la luz
con sus lampos mañaneros,
disipe las negras sombras
que en tu cámara durmieron,
dé lustre a la habitación,
ilumine todo objeto
y alegre radiante día
del nuevo renacimiento.
Deja que la luz penetre
con sus limpios destellos
en tu corazón, si está
con riesgos, sombras y miedos,
que la antorcha de la fe
barrerá con todos ellos.
Que la luz de la verdad
ilumine tu intelecto,
disipe posibles sombras
y aclare tus pensamientos,
para que puedas andar,
seguro tu derrotero
que te llevará al final
de tus más caros anhelos.

EN EL SILENCIO

En el silencio del vacío eterno
la Palabra de Dios se oyó en la nada
y tras ella surgió la creación
por Cristo y para Cristo preparada.
Duerme la noche envuelta en su silencio
y entona en su soñar gloriosos cantos
que anuncian a los hombres que ha nacido
Aquel que es el Santo de los santos.
En el silencio de una humilde casa
solo se oyen la voz de la oración,
el canto del martillo y la garlopa
y el sagrado rumor de una canción.
La Familia ideal de Nazaret
semeja en su quehacer una colmena,
el amor, el trabajo y el silencio
reyes son en la casa nazarena.
El alma necesita del silencio
si pretende escuchar la voz divina,
porque el Señor revela su misterio
en el silencio que la fe ilumina.
Busca Jesús silencio en la montaña
para hablar con su Padre mano a mano
y en diálogo amoroso discernir
lo que es divino de lo que es humano.
Alejarse del báratro del mundo
es previa condición para escuchar
la Palabra de Dios, que suavemente
ruega solícita querer entrar.
Es el silencio, místico recinto
donde el alma se encuentra con su Dios,
y en diálogo profundo y amoroso
se abrazarán en comunión los dos.
Como José y María en Nazaret
guardaban de Jesús las actitudes,
acoge también tú, en el silencio
el don de su Palabra y sus virtudes,.
El hombre ha renegado del silencio
y además lo exilió al ostracismo,
por que no ama pensar en la verdad
y prefiere vivir su narcisismo.

YO NO MUERO

Si Dios me dio la llama de la vida
para que sus fulgores iluminen
mis pasos inseguros de romero,
encendida estará mientras camine.

La esperanza y la fe son los dos remos,
que impulsan mi batel hacia la orilla
donde sé, que el Señor me está esperando
para vivir con Él su misma vida.

El dejar esta vida no me duele
ni me entristece su pensamiento,
por que escucho una voz en mi interior
decirme con verdad que yo no muero.

Yo no temo llegar hasta el umbral
que da paso a la vida y a lo eterno,
por que Dios es amor en plenitud
y viviendo ese amor es que no muero.

EL BALCONERO

Cualquiera puede tener
en la vida algún tropiezo
que de los casos fortuitos
nadie en el mundo está exento,
pues vienen sin que los llamen
y pueden dar un suspenso;
tal el caso de este anciano
que en estos versos te cuento.
Con paso sereno y grave
marchaba este anciano ciego
a tomar el ascensor
que aliviaba el descenso
de bajar por la escalera
y ahorrar también el tiempo
de llegar a compartir
con sus hermanos los rezos.
Era una habitual costumbre,
hecha de prudencia y miedo,
tocar el botón de marras
con su tembloroso dedo,
por cerciorarse si estaba
el ascensor en su puesto.
Cumplido este requisito
abría, no sin recelo,
ambas puertas de ese pozo
del que siempre estaba inquieto.
Si el bastón le aseguraba
el estar bien en lo cierto,
entraba en él de puntillas
y clausurándolo luego,
descendía ya tranquilo
de los pisos al primero.
Pero la mala fortuna
le deparó un contratiempo,
porque a la mitad del viaje
del camino de descenso
se cortó la luz eléctrica
y quedó hecho prisionero.
No tardaron en llegar
a aliviar su contratiempo,
los que vienen a observar,
los que dan buenos consejos
y aquéllos más diligentes
que buscan poner remedio.
Esperaba el buen anciano,
aunque enjaulado, sereno,
que le llegara el socorro
y le conjurara el miedo.
No tardó en llegar la ayuda
de un fraternal compañero
que trayendo una escalera
que usaban los jardineros,
la colocó en el lugar
para que bajara el viejo,
y de este modo y manera
dejar de ser balconero.

VIVIR EN PLENITUD

No sé cuándo vendrá la hermana muerte,
a llamar a la puerta de mi casa
solo sé que vendrá cuando el Señor
decida en su designio enviármela.
Dos veces escuché sus graves pasos
sigilosos al umbral de mi morada,
pero vio en su reloj no ser la hora
y oportuno creyó, seguir su marcha.
No temo recibirla si ella viene,
pues tengo puesto en Dios esta esperanza
lo afirma la fe que recibí
en el agua y el crisma de la gracia.
Saber vivir en plenitud la vida
ajeno a los placeres y falacias
es condición para vivir en paz
y conllevar la senectud con calma.
No me inmutan las mil adversidades
que pudieran frenar mi luenga marcha,
ni las enfermedades que vinieren
ni los señuelos que la vista engañan.
Por eso afirmo no temer la muerte,
pues ella es para mí, una ganancia
al abrirme la puerta de la vida
donde todo es amor que no se acaba.
Yo sé que en la otra orilla de la mar
está Jesús, amigo que me aguarda,
a llevarme con El al gozo pleno
donde ya no hay dolor, muerte ni lágrimas.

MAR ADENTRO

El espíritu Santo brisa y viento
hinche la vela gris de mi batel
y anime con su amor y con su aliento
y sea para mí, mi timonel.
En el mar proceloso de la vida
entre sirtes y escollos seculares
pueda yo convertirme en la partida
en experto piloto de los mares.
Es en vano pescar en soledad
estar sin el Señor en el navío
pretender trabajar en orfandad
sin el Señor Jesús, es desvarío.
Con Jesús en mi barca pescadora
y al soplo del Espíritu divino
tendré fruto de pesca rendidora
y gozo en el final de mi camino.

A ROBERTO IRIARTE

En el silencio grave y recoleto
de un austero escritorio de la “Sede”
seriamente trabaja el Contador
inclinado en sus libros y papeles.
Así corren las horas relojeras,
como notas de un canto salmodial
y el hábil Contador pasa sus horas
buscando el rubro que hay que castigar.
Pero hay que hacer un alto en la tarea,
que es bueno descansar para tener
un momento de ocio aliviador
y tomar un pocillo de café.
De este modo podrá reanudar
el hábil Contador con sus asientos,
descubrir si los números no fallan
y alegrarse también con sus aciertos.
Y así pasan las horas y los días
abocado en saldar lo que es saldable,
con la puntualidad y la constancia
del señor Contador Roberto Iriarte.


EL MÉDICO

El médico es el alma de una clínica,
de un antiguo hospital o de un moderno,
de un sanatorio acogedor de males
o de un ambiente íntimo, hogareño.
El médico es la fe del desahuciado,
la esperanza que en él pone el enfermo;
el médico es aquel cuya palabra
es sedante de amor y de consuelo;
paz para el corazón desesperado,
que no encuentra solaz para su cuerpo.
El médico es segura garantía,
alivio de esperanza del enfermo,
y mejor si acompaña su palabra
de amigo de verdad y compañero.
El paciente confía plenamente
en la ciencia y la bondad de su galeno,
lo aprecia como buen samaritano,
que se llega al paciente y a su lecho,
para hablarle muy quedo como un ángel
que llegara hasta él desde los cielos.
Es bueno mantener las esperanzas,
que pueden ayudar a los enfermos;
pero no siempre la salud retorna,
como al otoño, seguirá el invierno;
que hay males incurables que no sanan,
como quisiera el hombre en su deseo.
Lo que importa es vivir como Dios manda
y no perder el tren de pasajeros.

1 comentario:

  1. Muy bello! Es muy valorable que lo haya hecho a pesar de su incapacidad de ver, admirable, realmente..

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